miércoles, 6 de julio de 2016

Luis Medina Fernandez "EL CURILLA"


FLAMENCO

Luis Medina Fernandez


"EL CURILLA"

LUÍS MEDINA FERNÁNDEZ, cantaor de flamenco, más conocido con el apodo de su nombre artístico de EL CURILLA, nació en Alcalá de Guadaíra (Sevilla) en el año de 1904, y murió en su pueblo natal de Alcalá de Guadaira el día 8 de Julio de 1950.  Su apodo no se debe a una posible vinculación con la Iglesia, ya que le viene por herencia familiar, concretamente de su abuelo por su destreza en la cura de jamones.
Luis El Curilla fue uno de los últimos Pidones de Alcalá, figura que desapareció por los años cincuenta y que eran utilizadas por las hermandades de penitencia para recaudar fondos para las mismas. Para ello, los Pidones iban ataviados con una vestimenta especial y con la cara descubierta, reclamando unas monedas después de cantar sus pregones. Al igual que El Curilla, los Pidones más conocidos en Alcalá fueron Jeromo, El Pidón o El Carnón, que todos los años de desplazaba desde Holanda para hacer la penitencia de Pidón. Su cante con ser muy bueno, no traspasó las fronteras locales y, aún así, hay cantaores actuales que han intentado grabar su estilo, tales como algunos tercios que hacía Fernanda de Utrera, El Chozas de Sevilla o El Cabrero.
El Curilla cantaba un tipo de Fandango muy difícil además de ser el creador del mismo, o sea, que poseía un cante con estilo propio y personal; era un Fandango muy raro, como muy raro era él personalmente. Compitió con otros artistas de la época en el Concurso celebrado en Alcalá de Guadaíra en el año 1924, donde salió vencedor quién con el transcurso del tiempo sería poseedor de la tercera Llave de Oro del Cante Flamenco y uno de los mejores cantaores de la historia, Antonio Mairena.
Tras su muerte el poeta Manuel Álvarez López le dedicó este romance:
¡Cómo murió Luis Medina!
El Curilla le llamaban,
cantaor de propio estilo
y andaluz de recia estampa.
Poeta de nacimiento,
filósofo autodidacta,
ni le atraían los aplausos
ni con la gloria soñaba,
él vivía a su manera
sin que nada le importara.
Desarrapado en su forma,
con andaluza nostalgia
pasaba noches enteras
bebiendo de tasca en tasca.
Cuando le ofrecían dinero
porque una copla cantara,
con orgulloso desdén
El Curilla contestaba:
“Mi cante no tiene precio,
ni yo necesito nada”
Por eso no tuvo nombre,
ni en la triste madrugada
que se marchó para siempre
le doblaron las campanas,
ni lloraron los poetas,
ni voces acongojadas
clamaron por las esquinas.
Ay del que no le escuchara
Porque no nacerá otro
Que haga estremecer el alma.
Su cante era un cante bravo,
cante que hería las entrañas,
cante ancestral y profundo
de raíces milenarias.

Eran cien generaciones
llorando en una garganta,
que se apagó para siempre
dejando una estela amarga.
-El arte de vivir el flamenco



Luis Medina El Curilla
Cuenta el flamencólogo alcalareño Manuel Ríos Vargas que en cierta ocasión coincidió con su paisano José Brea El Picoro en La Europa, un local de la sevillana calle de la Alameda de Hércules donde se escuchaba buen flamenco. Ambos preguntaron por Antonio El Sevillano, que se encontraba en un reservado inmerso en una juerga. Una vez reunidos, después de unos vinos y una vez rota su exagerada timidez, Luis El Curilla terminó haciendo su cante por fandango y los señoritos que daban la fiesta se volvieron locos con él y le ofrecieron la cartera abierta diciéndole; "Toma el dinero que quieras, pues por mucho que cojas siempre nos quedaremos cortos en el pago."

Su más fiel intérprete fue Platero de Alcalá, cantaor de portentosas facultades de voz de quien Antonio Mairena dijo que merecía mejor suerte. También se decía que no llegó a triunfar porque no era artista, no creaba (esto es discutible), pero sin embargo era un gran imitador, tanto es así, que en alguna ocasión tuvo problemas con alguna figura del flamenco como Canalejas de Puerto Real, al realizar los cantes de esa primera figura dentro del espectáculo en el que Platero estaba contratado y poner el auditorio patas arriba. Tenía la habilidad de embellecer y mejorar los cantes que hacía. De todos los intérpretes de este estilo de fandango, Platero parece ser el más fiable, puesto que al ser paisanos del mismo pueblo coincidirían muchas veces en alguna que otra taberna, aunque no dudo que le haya dejado impresa algo de su personalidad. Hay otros artistas, además de Platerito, que han grabado su estilo, tales como Antonio Mairena, Fernanda de Utrera, El Chozas de Sevilla o El Cabrero. 
José Vázquez Vals, Platero de Alcalá

Al Curilla se le solía ver en la taberna La Agonía de la calle Cristo de Alcalá de Guadaira. Se ponía en la esquina del mostrador cerca de la ventana, solo y aislado de los demás. Estaba como embargado por una gran pena pero, de pronto, empezando suave para coger enseguida el tono y el torrente que aún le quedaba rompía con su cante y acallaba rápidamente las charlas de los otros clientes que lo escuchaban con devoción y respeto, y la taberna y sus alrededores se llenaban de aficionados para oírlo  sin molestarlo lo más mínimo. Después de tomarse muy pausadamente un medio litro de vino blanco y desahogarse con su arte, pagaba, y serio y solo como entró, salía por la puerta como embargado por una gran tristeza. Nadie le pedía un cante porque sabían lo que contestaría;"¡Yo canto lo que yo quiero, mi cante no tiene precio, ni yo necesito ná!". 

Tras desplomarse en la taberna La Agonía, El Curilla fue trasladado al hospital de San Lázaro de Sevilla donde falleció el día 8 de Julio de 1950.

-Alcala Flamenca

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