viernes, 23 de noviembre de 2012

Triana en el Cante





FLAMENCO

Triana en el Cante

Daniel Pineda Novo
Artículo aparecido en la revista Candil,
Septiembre 2000, a la que agradecemos que
nos haya autorizado su reproducción digital
Existe un trasfondo sociocultural, etnográfico e histórico que ha hecho de Triana el espejo de las más altas cualidades estéticas del costumbrismo. Este antiguo arrabal, hoy, tan transformado, sigue en el tiempo profundamente arraigado a la tradición y es escuela viva del Arte Flamenco, porque, en verdad en Triana nació el Cante y el Baile flamencos, con un aire, con un estilo tan personal, que le imprime carácter: La Escuela de Triana, única en el mundo. .. El solar del Flamenco. Su historia conocida «se inicia en Triana -escribió el flamenco- logo y poeta cordobés Ricardo Molina-, donde ya por el 1840 hubo una pléyade de maestros decisivos, gitanos en su inmensa mayoría, El viajero y biblista inglés George Borrow, en la primera mitad del siglo XIX, en su libro Los Zincali, afirmaba «desde tiempo inmemorial el barrio de Triana, en Sevilla, lleva fama de ser morada predilecta de los gitanos, y en nuestros días abundan allí más que en ninguna otra ciudad de España...»
Difícil, marginal, ha sido la historia de los gitanos. Ya, desde el siglo XV; desheredados de la fortuna social y política, deambularon por el mundo hasta llegar a España, la tierra de promisión. Pero más que por condición habitual de nómadas, fueron impulsados a esta vida errante por causas sociopolíticas, aunque supieron conservar sus señas de identidad; a veces, perdieron hasta su lengua. Por ello, la historia de los gitanos en el mundo es una historia de marginaciones y de submundos; una historia judicial y política...
«El gitano en Triana -como bien afirma Antonio Castro Carrasco en el prólogo al Libro de la Gitanería de Triana, escrito por el Bachiller Revoltoso, estaba perfectamente integrado, habitaban grandes corrales de vecinos y ejercían las labores más diversas, tan integrados como lo están hoy los gitanos de los barrios de Santiago y San Miguel en Jerez de la Frontera, o los de Morón, Lebrija, Utrera y tantos otros pueblos de Andalucía...». En el siglo XVIII existían gitanos empadronados en La Cava. Y en 1742 nos habla el anónimo Bachiller de las danzas «de hombres y mujeres, que al término divirtieron a la gente de Triana»; de sus bailes, ejecutados «en las casas principales de Sevilla», o de los villancicos que cantaban «en la parroquia de Santa Ana». Todo esto indica un inicio del baile flamenco (creemos que el baile fue primero que el cante), en el arrabal trianero, germen del Flamenco total que se va a convertir en espectáculo público durante el siglo XIX con los cafés cantantes.
También afirma el curioso viajero y pintor inglés Richard Ford, que vivió a caballo entre Sevilla y Granada en 1830, que durante el Carnaval de 1833 vio junto a su esposa un baile gitano en Triana, y, muy pintorescamente, escribe: «La escena del baile es generalmente el barrio de Triana, que viene a ser el Trastevere de fa ciudad y cueva de toreros, contrabandistas, pilletes y gitanos, cuyas mujeres son las premieres dansenses en estas ocasiones».
A mediados del siglo XIX contamos en Triana con la presencia de El Fillo, el mítico cantaor de Puerto Real, nacido en el primer tercio del siglo, y fallecido en Sevilla en 1878. El Fillo fue maestro de Silverio Franconetti, genial siguiriyero, y aparece documentado por el escritor malagueño Serafín Estébanez Calderón en sus populares Escenas Andaluzas (Madrid, 1847). El Fillo influyó en el cante de Triana. Su voz, ronca y quebrada, se conoce, desde entonces, como voz afillá. Fueron sus cantes preferidos la caña, la siguiriya, la toná. También aparece en las Escenas Andaluzas otro cantaor mítico: El Planeta, gaditano, nacido a finales del siglo XVIII, y muerto a mediados de la siguiente centuria. Cantaor gitano, maestro y amigo de El Fillo... El Planeta, auténtico patriarca del cante flamenco, fue el creador de los más antiguos estilos: Polos, tonás y siguiriyas...
Estébanez Calderón ( 1799-1807), que fue gobernador civil de Sevilla, en 1837, y firmaba sus escritos con el seudónimo de El Solitario, en una serie de artículos costumbristas, publicados entre 1830 y 1840 -después recogidos en su libro esencial-, dedicará tres capítulos memorables al mundo y al arte flamenco de este barrio, titulados: El Bolero, Un Baile en Triana y Asamblea General... Estébanez Calderón, amigo de gitanos y cantaores, que se cantiñeaba y tocaba la guitarra, según sus contemporáneos y biógrafos, fue un gran conocedor del Flamenco y un enamorado de Triana, incluso tenía casa en el barrio... Eran momentos en que el arrabal destacaba ya por la diversidad de sus cantes y bailes, muchos aún vinculados al folklore; otros, madurando para la futura aportación que sus artistas profesionales harán a este arte único. .. Pero veamos la emocionada y realista descripción que El Solitario nos hace de una de las fiestas celebradas en un patio de vecinos de este viejo arrabal -auténtico cuadro de costumbres flamencas- en su capítulo Un Baile en Triana: «...En tanto hallándome en Sevilla, y habiéndoseme encarecido sobremanera la destreza de ciertos cantadores, la habilidad de unas bailadoras y, sobre todo, teniendo entendido que podría oír algunos de estos romances desconocidos, dispuse asistir a una de estas fiestas. El Planeta, el Fillo, Juan de Dios, Marla de las Nieves, la Perla, y otras notabilidades así de canto como de baile, tomaban parte en la función. Era por la tarde, y en un mes de mayo fresco y florido. Atravesé con mi comitiva de aficionados el puente famoso de barcas para pasar a Triana, ya poco nos vimos en una casa que por su talle y traza recordaba la época de la conquista de Sevilla por San Fernando. El río bañaba las cercas del espacioso patio, cubiertas de madreselvas, arreboleras y mirabeles, con algún naranjo o limonero en medio de aquel cerco de olorosa verdura. La fiesta tenía su lugar y plaza en uno como zaguán que daba al patio.
En la democracia práctica que hay en aquel país, no causó extrañeza la llegada de gente de tan distinta condición de la que allí se encontraba en fiesta. Un ademán más obsequioso y rendido de parte de aquellos guapos, llevándose la mano al calañés, sirvió de saludo, ceremonia, introducción y prólogo, y la fiesta proseguía cada vez más interesante. Entramos a punto en que El Planeta, veterano cantador; y de gran estilo, según los inteligentes, principiaba un romance o corrida después de un preludio de la vihuela y dos bandolines, que formaban lo principal de la orquesta, y comenzó aquellos trinos penetrantes de la prima, sostenidos con aquellos melancólicos dejos del bordón, compaseado todo por una manera grave y solemne, y de vez en cuando, como para llevar mejor la medida, dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del instrumento, particularidad que aumenta la atención tristísima del auditorio. Comenzó el cantador por un prolongado suspiro, y después de una brevísima pausa dijo el siguiente lindísimo romance, del conde del Sol...
Después que concluyó el romance -y seguimos a Estébanez Calderónsalió La Perla con su amante El Jerezano. Él, tan bien plantado en su persona cuanto lleno de majeza y boato en su vestil; y ella así picante en su corte y traza como lindísima en su rostro, y realzada y limpia en las sayas y vestidos. El Jerezano, sin sombrero, porque lo arrojó a los pies de La Perla para provocarla al baile, y ella sin mantilla y vestida de blanco, comenzaron por el son de la rondeña a dar muestras de su habilidad y gentileza. ..El bailaor la seguía menos como rival en destreza que como mortal que sigue a una diosa. Los cantadores y cantadoras llovían coplas para provocar y multiplicar otras mudanzas y nuevas actitudes. Éste cantaba aquello de:
Toma, niña, esta naranja,
que la cogí en mi huerto;
no la partas con cuchillo
que va mi corazón dentro
Otro lo de:
Hermosa deidad; no llores,
de mi amor no tomes quejas,
que es propio de las abejas
picar donde encuentran flores.
El concurso se animaba, se enardecía, tocaba en el delirio. Uno recogía la pandereta, y volviéndola y revolviéndola entre los dedos, animaba el compás diestra y donosamente. Aquél con las palmas sostenla la medida, y según costumbre ganábase, para después del baile, con el tocador; un abrazo de la bailadora. Todos aplaudían, todos deliraban...
¡Quién podrá explicar ni describir ni el fuego, ni el placer; ni la locura, así como tampoco reproducir las sales y chistes que en semejantes fiestas y zambras rebosan por todas partes y se derraman a manos llenas y perdidamente!
Después de esta estampa tan viva, cantó El Pillo y cantó Marla de las Nieves las tonadas sevillanas; se bailaron seguidillas y caleseras, y Juan de Dios entonó el Polo Tobalo, acompañándose al final y como en coro, los demás cantadores y cantadoras, cosa por cierto que no" cede en efecto músico a las mejores combinaciones armónicas del maestro más famoso. Después de esta ópera toda española y andaluza, me retiré pesaroso por no haber podido oír los romances de Roldán y de Gerineldo, pues el tiempo habla huido más rápidamente de lo que yo quisiera»
Hermosa, fascinante fiesta la que se celebró en Triana, en 1847, perfectamente descrita por El Solitario, y en la que junto a dos geniales cantaores como fueron El Planeta y El Fillo, actuaron otros menos conocidos, cuales Juan de Dios, natural de San Fernando, al que Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, incluye en la nómina de cantaores del pasado siglo, en su valiosa Colección de Cantes Flamencos, publicada en Sevilla, en 1881. Juan de DiosEl Planeta«rey de los polos». Precisamente, en la fiesta trianera interpretó el Polo Tobalo, ese cante antiguo, viril y emotivo, emparentado con la caña, que hoy apenas se interpreta y que en el siglo XIX lo cantaba El Planeta, según Estébanez Calderón... En nuestro siglo, con un remate por soleá, lo grabó el admirable Pepe «El de la Matrona». se codeaba con el mítico cantaor
Además intervinieron en la fiesta el bailaor Francisco Ruiz, El Xerezano, pareja de baile de la apasionante La Perla era también su amante. Juntos electrizaron con sus bailes a los asistentes a la fiesta.
Asimismo, se bailaron seguidillas, las actuales sevillanas, y caleseras, coplas que entonaban los conductores de calesas, hoy en desuso. Bailes, dentro del folklore tradicional, que se hermanaban con el mejor flamenco. Todo ello demuestra la categoría artística y el ambiente flamenco que se palpaba ya en Triana, a mediados del siglo XIX.
Pero lo fundamental es la presencia en Triana de dos grandes profesionales del Flamenco: El Planeta, al que Demófilo cree gaditano, y del que recoge, en su citado libro, esta jonda siguiriya:
Le ije a la luna
del artito sielo
que me yebara siquiera por
[horas,
con mi compañero.
Siguiriya que cantarán, posteriormente, Pepe Torre y Antonio Mairena, en su estilo.
Asimismo El Planeta cultivó el cante por romances o corridas, tan populares en Triana. Y amiga del mítico cantaor fue la célebre María Borrico, gran siguiriyera, natural de San Fernando, que gustaba acercarse hasta el Barrio para cantar... María, cuyo verdadero nombre era el de María Fernández Pifia, hermana de El Viejo de La Isla ya la que estempló el mismísimo Silverio Franconetti en 1882, hizo una siguiriya propia y creativa, revolucionando el Flamenco.
El Planeta vivió en Triana entre 1820 y 1840; era gitano de ley, respetado por su arte y por su edad. Estébanez Calderón le califica como Rey de los Polos, sin embargo, lo que más se conoce de su repertorio es la citada siguiriya, fuerte, desnuda, tan antigua y trianera. ..El Planeta trataba «paternalmente» a su fiel amigo, también gitano, Francisco Ortega Vargas, El Fillo, al que se le atribuyen las más antiguas siguiriyas... (El Fillo cantaba con una voz ronca, rozada, de ahí que haya quedado la expresión de voz afillá.) Fue amanté de La Andonda, intérprete feliz de las más antiguas soleares de Triana... Sus amores quedaron inmortalizados en la siguiente letra por soleá:
La Andonda le dijo ar Fillo:
anda y vete, gayo ronco,
a cantarle a los chiquiyos.
Gustavo Adolfo Bécquer habla de El Fillo en su artículo costumbrista La Feria de Sevilla, publicado en Madrid, en 1809, elogiando «las seguidillas del Fillo». Y, en verdad, fue un genial siguiriyero, como se demuestra en la recogida por Demófilo en 1881, quien afirma además que, en estos años, «su viuda y su hijo viven en Triana». He aquí la siguiriya:
Con aquellas fatigas
s'agarró e mi,
como me ijo compañero mío
me boy a morí.
Estébanez Calderón, pues, es el primero en detallarnos, con conocimiento, el Arte Flamenco en Triana, pues se codeó con gitanos, cantaores y guitarristas. Escuchó sus cantes y nos habla de fandangos, polos, cañas, serranas, Polo de Tobalo, javeras y peteneras... Cantes esenciales, básicos, que se interpretaban ya en Triana en la primera mitad del siglo XIX. Ahondando Antonio Mairena y Ricardo Molina en su libro Mundo y Formas del Cante Flamenco (1903), que «...todavía, durante la primera mitad del siglo XIX Triana fue barrio gitano por excelencia».
Asimismo, el curioso viajero francés Charles Davillier, acompañado del genial dibujante Gustavo Doré, en su libro Viaje por España, en 1802, con interesantes aportaciones, eruditas, a veces, nos dejó su visión sobre el baile flamenco. Tenía el barón que vivir las reuniones y costumbres populares de los barrios más emblemáticos de la Sevilla romántica: Triana y la Macarena, en cuyos patios y tabernas era el baile «el primer elemento». Tuvo la suerte el francés de conocer al guitarrista Colirón -amigo de Silverio-, que le llevó a casa del Tío Miñarro, un gitano alegre que regentaba una taberna en Triana, a la que asistían los majos y majas de Sevilla. Allí tuvo la suerte de escuchar al conocido y popular cantaor El Barbero, que interpretó este polo con la guitarra del propio Colirón:
La que quiera que la quieran
con fatiga y calidá
busque un mozo macareno
y lo güeno probará.
Después, se animó la fiesta con las actuaciones del magistral y virtuoso Colirón y el baile deCandelaria, tras la que salieron unas gitanas «que se contaban entre las mejores bailadoras del barrio de Triana», que interpretaron el zarandeo y el zorongo, entusiasmándose el barón con el cante, pues escribe seguidamente: «Oímos cantar sucesivamente las famosas cales eras de Cádiz, de música tan viva y arrebatadora, tiranas de lento movimiento, rondeñas y malagueñas de melancólico acento, la canción del Majo de Triana, los Toros delPuerto, la Zal de la Canela y otras más canciones andaluzas llenas de brío y originalidad...».
También. venía frecuentemente por el barrio el genial Silverio Franconetti para escuchar y aprender los cantes autóctonos, ya que era amigo de muchos de los cantaores y artistas trianeros, con los que alternará, más adelante, en los cafés cantantes sevillanos... Y asiduo asistente del barrio era otro hombre genial, flamencólogo y folklorista, Antonio Machado y Álvarez, popularmente conocido por Demófilo, ya que su mujer, Ana Ruiz, era trianera de la calle del Río -actual del Betis-, además venía buscando coplas antiguas para confeccionar su Colección de Cantes Flamencos, que vería la luz, como ya hemos citado, en Sevilla, en 1881... Demófilo, inserta al final de su valiosa Colección -tras la biografía y el Repertorio flamenco de Silverio-, una lista o nómina de Cantaores de Flamenco, en la que cita a cuatro artistas trianeros: La Josefa, a la que califica de «seguirillera», y que según Pepe «El de la Matrona» era la madre de Faíco, bailaor que arrebató a los públicos de España con su farruca, garrotín y tangos.
Cita a continuación Demófilo a La Gómez, considerándola, asimismo «seguirillera»; también interpretó soleares al estilo de Ramón «El Ollero», Existió una curiosa soleá en su época, que se hizo muy popular, y que dice:
Ni La Cuende ni su hermana
ganan cantando a La Gómez
la soleá de Triana.
Los dos siguientes citados por Demófilo, también siguiriyeros, son Frasco «El Colorao» y Curro Pulla. De Frasco «El Colorao», nombre artístico de Francisco Ortega, aunque el pueblo le llamaba así por el color de su pelo, dice Demófilo: «Cantador natural de Triana (barrio de Sevilla), de principios de siglo», recogiendo de su repertorio esta fuerte siguiriya, que también incorporó Silverio a su Repertorio:
Tóos mis hermanitos
duermen en mi casa,
y yo solito, por mala cabesa,
ando a sarto e mata.
Frasco fue transmisor de la auténtica siguiriya de Triana, con ecos ancestrales, y que nombra a la Escuela de Triana.
Curro Puya, cuyo verdadero nombre era el de Francisco Vega, inmenso cantaor y torero, abuelo del popular Gitanillo de Triana. Fue creador de una saga de artistas y gitano valiente que acaudilló una revuelta de los de su raza, en el barrio. Se le atribuye esta toná:
Me yamo Curro Puya
por la tierra y por el mar
y en yegando a la taberna,
la piedra fundamental.
Letra de la que el cantaor Curro Vega interpretó con la siguiente variante:
En el barrio de Triana
se han echao a temblar
cuando yegó Curro Puya,
la piedra .fundamental.
También recogió Demófilo esta certera soleá que define claramente a los habitantes del populoso barrio, ya en el siglo XIX:
En er barrio de Triana,
er que no sabe cantá,
sabe tocá bien las parmas.
Y el Cante -con mayúscula-, el cante jondo, inmenso, de los gitanos trianeros, se dio siempre en La Cava; uno de los lugares míticos de Triana y que abarcaría, antiguamente, desde la actual calle de Pagés del Corro hasta la de Clara de Jesús Montero. Es decir, el antiguo trayecto del foso de Chapina. Demófilo nos habla de este germen del Cante gitano: «La Cava es una calle del barrio de Triana (Sevilla), dividida en dos partes denominadas: Cava Nueva y Cava Vieja. Esta calle con las de San Juan y la de Pelay y Correa, también en el mismo barrio, es, y ha sido de antiguo, el sitio donde habitan la mayoria de los gitanos de Sevilla; por eso se encuentran a cada paso, en las coplas flamencas, alusiones a estas calles». «Cava, dice el diccionario, es vocablo anticuado, que significa lo mismo que cueva u hoyo». y recoge Machado y Álvarez esta certera soleá alusiva, que después cantaría el genial Manolo Caracol:
Yo ya me boy a morí,
jitanitos e la Caba
vení a yorá por mí.
También insertó Demófilo esta flamenca gavilla de las soleares de Triana. En una, habla de las cigarreras:
Te quiero como si jueras
hija e un corregió,
siendo probe sigarrera.
En esta otra se refiere al cólera que en el pasado siglo azotó al barrio:
Ya se lo ije a mi hermana,
que no pase por er puente
qu'está er cólera en Triana.
Recoge, además, en su libro, la tradición existente en el barrio de las Coplas de los Campanilleros, conservada en sus Hermandades, que ya existía a finales del siglo XIX: «...en la parroquia de San Gil hermandades de la Esperanza y la del Rosario,. en la del Patrocinio, en Triana, y en otras varias».
Sentidas, amorosas, son las tres siguientes, recogidas a orillas del mismo Guadalquivir; vuelvo a recordar que su esposa vivía en la antigua calle de la Orilla del Río, la actual calle Betis:
Oriyas der río
sus penas yoraba;
como eran dos fuentes sus ojitos
[negros,
crecieron las aguas.
Oriya der río,
frente der tacón
ayí nasieron tós mis hermanitos,
también nasí yo.
Y en la nota número 52 explica el significado del Tacón: «En la calle del Betis (barrio de Triana, Sevilla), orilla derecha del Guadalquivir; se halla un sitio que recibe el nombre del lacón, por la forma semicircular de un trozo de muro donde se sienta y reúne de ordinario la marinería».
La tercera siguiriya es muy simbólica:
Oriyas der río
voses m'están dando;
¡Que si será mi hermanito Curro
que m'está yamando.
Asimismo, recoge Demófilo esta antigua alboreá, cante de boda gitana, tan característica en el barrio, en la que nos presenta la virginidad de la novia, a cargo de la santa, esa vieja virtuosa mujer, tan gitana como los esposos, que da fe de que la novia es virgen... Tuve la suerte de escuchar estos cantes entre los gitanos de Utrera. Estuvieron celosamente guardados y no se grabaron en disco hasta 1950, con censuras y amenazas por parte de muchos gitanos... He aquí el ejemplo de Triana:
Bendita la marea
que tiene que dá
como diñaba rositas y mosquetas
por la madrugá.
Explicando, en una nota de la página 114, la palabra diñar=dar. La madre gitana credita la virginidad de la hija.
Intensos son, asimismo, los martinetes de Triana, cante propio del barrio; de la raíz de la toná, o toná misma, de origen fragüero, cante libre y desolado que se ha cantado tanto como las difíciles deblas... Demófilo recogió dos martinetes muy esenciales:
Estando en el Altozano
partiendo yo mis piñones,
mágarraron e la mano
me yeba a los cayejones.
Aclarando en la nota número 8, de la página 154: «El Altozano es una plaza del barrio de Triana, hoy constituida en paseo -escribía Machado en 1881-, y que se halla al extremo izquierdo del puente conforme vamos de Sevilla al citado barrio».
De este martinete, conozco la siguiente variante, muy cantada:
Estando yo en el Altozano
comiéndome yo mis piñones,
oí una voz que decía:
cogerlo por lo cayejones.
El otro martinete, recogido por Demófilo, es típicamente trianero, citando, incluso, a dos personajes populares del barrio:
Yo me voy ar Artosano
y m'asierto en las caenas,
te pregunto a Juan Pampano
si ha visto a la Matijuela.
Y para hablar sobre las soleares de Triana, qué mejor que apoyarnos en los estudios del maestroAntonio Mairena, que bebió de sus fuentes y las grabó en su disco Duendes del Cante de Triana, en la madrileña Casa Hispavox, en 1963, donde recoge cuatro soleares trianeras de gran antigüedad. En su libro Mundo y Formas del Cante Flamenco, escrito al alimón con el poeta y flamencólogo cordobés Ricardo Molina, afirma que las soleares más antiguas son las de este barrio, cuales las que se atribuyen a La Andonda, cuyos ecos conocemos por Mercedes «La Serneta». Sólo nos han quedado algunas letras:
Mala puñalá le den
a tó er que diere motivo,
que me duelen las entrañas
de jaserlo bien contigo.
o esta otra de tres versos:
Pa yo volverte a ti hablar
es menesté que te pongas
la banda de generá.
Dignos de mención son Los Caganchos«indudablemente soleaeros al estilo de Triana».
«De las ocho o nueve soleares trianeras bien diferenciadas que hemos seleccionado -y seguimos a Mairenasólo unas cuantas revelan pureza gitana. Una de ellas ha llegado a nosotros transmitida por Diego Bermúdez Cala «El Tenazas». (Premio de soleares en el Concurso de Granada de 1922). Su letra dice:
Que lo tengo muy presente
lo gitano que yo he sío,
serrana para quererte.
Estilo sentencioso con leve descanso al final del primer verso y pausa exhibitoria tras el segundo, que sube de tono sus últimas sílabas para hacerla más pronunciadas y ligar súbitamentó con el tercero.»
Existen también algunas soleares de Triana de tipo apolao y algunas «composiciones» de Joaniquí de Lebrija conservan evidentes ecos del viejo cante gitano de Triana, como bien rescató Mairenaen su citado disco.
«Al hablar de las soleares de Triana .se hace imprescindible la referencia de Ramón «El Ollero», mixtificador de los cantes trianeros y especialmente de la soled, que en su boca perdió «rajo» y aire gitanos, adocenándose en perezoso estilo gachón», afirma Antonio Mairena, algo que no compartimos.
Afirma también Mairena que «conocemos tres modalidades de soleá de Ramón «El Ollero». Son las que cultivaron los cantaores no gitanos de Triana, tales como La Cuende, La Gómez y Fernando el de Triana» -agregando, juicio que no compartimos-, que estas soleares «carecen de autenticidad». Las soleares del trianero, eso sí, se difundieron por Sevilla y Córdoba, y, probablemente, fue el picador Mediaoreja el que las trasplantó a Córdoba a principios de este siglo.
Y con sus luces y sus sombras, nos habla además Mairena sobre los tipos de soleares de Triana:«Una modalidad trianera de la soleá son las llamadas apolás, acaso porque solían cantarse inmediatamente después del polo. Todo lo referente a este tipo es conjetural. Hoy es costumbre llamar apolás -según el cantaor de Los Alcores- a tres soleares de Triana: una de cuatro versos, de estructura bastante característica: es la popularizada por Pepe Núñez (José «El de la Matrona») en la antología de Hispavox:
Se jundió la Babilonia
porque le faltó el cimiento,
nuestro queré no sacaba
aunque falte el firmamento.
»La soleariya de tres versos:
Puente de Triana,
se cayó la barandilla
y el coche que la llevaba.
»Conocemos otra versión, mucho más complicada, de la anterior soleariya, Es la de «El Tenazas»:
Correo de Vélez,
s'espantaron las muliyas,
se me perdieron los papeles.
»La versión de «El Tenazas» es probable que proceda de Silverio Franconetti, del que fue discípulo personal. A pesar de su estructura literaria de soleariya, Tenazas la engrandece (lo cual no quiere decir que la mejore), pues la amplifica así:
Correo de Vélez,
ajay con el Correo de Vélez,
se espantaron las muliyas,
se me perdieron los papeles.
»Se espantaron elévase a un tono muy agudo.
»Finalmente cierra la trilogía apolá la popularísima soleá que nunca dejó de cantarse:
No soy ciego que bien veo...
»Parentesco remoto con este grupo muestra la soleá de Antonio Mairena:
No niego que te he querío,
pero en el alma me pesa
el haberte conocío,
(Cantes de Antonio Mairena. Columbia), muy ligada y emotiva, en contraste con los estilos apolaos».
Sí es de justicia recordar que el padre de Juan Talega, Agustín Fernández Franco, gitano alcalareño, hermano de Joaquín «El de la Paula», gran siguiriyero, conocía perfectamente los cantes de Triana, especialmente la soleá. Así como el recordado Curro Mairena, que las cantaba con su estilo tan personal.
Junto a la inmensa soleá de La Cava, tenemos la airosa de El Zurraque (zona antigua del Patrocinio). Conocemos algunos ejemplos elocuentes, como ésta, de tono amoroso:
Esta casa huele a gloria,
Dios mío quién vive aquí;
aquí vive una gitana,
que está loquita por mí.
¡Triana, cuna del cante! cante centrado en una serie de familias, transmisoras de este arte, como los Cagancho, cantaores y toreros... El primer miembro de esta gloriosa dinastía flamenco-taurina fue el Tío Antonio Rivas, «Cagancho», por el apódo familiar (¿hacia 1820?), cantaor gitano y fragüero, que también cultivó los martinetes, y al que Fernardo -El de Triana- cita en su antológico libro Arte y Artistas Flamencos (1935); y lo cita al referirse a su hijo Manuel Cagancho... Fue famoso, inmenso, el ¡ay! jondo, desgarrado del señó Manuel Cagancho. Pepe «El de la Matrona» nos dejó grabada una de sus inmortales siguiriyas:
No pierdas la esperanza,
que aunque er posito era jondo,
la soguita alcanza.
Cagancho, el patriarca de esta saga cantaora, se mantuvo fiel a los cantes gitanos puros -que heredaría su hijo Manuel-, mientras que los cantaores andaluces se consagraban a los cantes levantinos, como Juan Breva, El Canario Chico, Cayetano Muriel o La Trini... De tradición. oral conocemos también la debla de Cagancho, que se hizo muy famosa:
En el barrio de Triana
ya no hay pluma ni tintero,
para escribirle a mi mare,
que hace tres años que no la veo.
Su hijo Manuel, nacido en 1846, fue un cantaor de cabales, de íntimos. Ya fue elogiado por su paisano Fernando «El de Triana», que destacó su «voz machuna, de temple brusco y de gran potencia», con la que coronaba los cantes gitanos matrices de su barrio, a los que daba«una sensación de tragedia por el gesto realizado». Y agrega Fernando, testigo de sus actuaciones, que al terminar sus cantes «los otros gitanos que le acompañaban y muchos gachés que por fuera fe escuchaban, pagaban su arrebatador delirio con romperse la ropa y echar por alto todos los cacharros que tenían por delante». Especialmente, cuando interpretaba esta colosal siguiriya:
Ar Señó de la Ensina
le ayuno los viernes,
porque me ponga ar pare e mi
[arma
aonde yo lo viere.
Antonio Mairena y Ricardo Molina elogiaron a Manuel Cagancho como creador de siguiriyas arcaicas y «de grandeza sobrecogedora». Se conservan estas siguiriyas. La primera, recuerda el aire de las tonás:
Reniego de mi sino,
como reniego de la horita, mare,
que t'he conosio.
La segunda, es una siguiriya de cambio, expresando cómo era el cante en Triana a mediados del siglo XIX:
y Dios mandó el remedio
y pa'este mal mío y de mi
[compañera
que yo lo busco y no lo encuentro.
Y la tercera, es otra siguiriya pura del barrio, que rescató el recordado Pepe «El de la Matrona», también, como las anteriores, de tres versos:
No pierdas la esperanza,
que aunque el pocito era jondo
la soguita alcanza.
Su hijo, Joaquín Rodríguez Vargas, nacido en 1871, padre del matador de toros Cagancho, fue cantaor únicamente de reuniones íntimas, destacando en los martinetes; que también recogió «El de la Matrona»:
En la estación de Jeré
mi bata me fue abrazar;
los pícaros de los geres
me la echaron pa'tras.
También hay que destacar a Los Pelao, emparentados con La Niña de los Peines, y vinculados a la familia cantaora de Utrera. Juan «El Pelao», que se casó en Triana, fue un cantaor de jonduras; algunos le proclamaron el «rey del cante por martinetes». Fernando «El de Triana» también lo elogia en su citado libro y recoge este soberbio martinete:
Esgraciaíto aquer que come
er pan por manita ajena;
siempre mirando a la cara
si la pone mala o güena.
Y existe una extensa nómina de artistas del cante, del baile y del toque, que conforman el ayer y el hoy del Arte Flamenco de este barrio único, que tanto sabe de los duendes del Flamenco.
Comenzaremos por el antológico Fernando «El de Triana» (1867-1940), cantaor, guitarrista y difusor del Flamenco, como bien se aprecia en su utilizado libro Arte y Artistas Flamencos, donde recogió una extensa nómina de artistas, con sus fotografías, que sin él, hubiesen quedado en el olvido... Fernando se crió entre los gitanos de La Cava. Por eso escribió: «Soy hijo de un pobre herrero y pura sangre romaní de Triana. Nací en una fragua y fui sonador», es decir, guitarrista. Fue un gran intérprete de las malagueñas y los fandangos.
Ramón «El Ollero», nombre artístico de Ramón «El de Triana» (Siglos XIX y XX). Alfarero de oficio y cantaor de cabales. Fue famoso por su especial forma de decir la soleá trianera, basada en el estilo de Paco «El Sanluqueño», y que muchos entendidos consideran como la auténtica soleá de Triana. Creador de soleares que han influido en numerosos cantaores actuales.
El longevo Pepe «El de la Matrona» (1887-1980), nombre artístico de José Núñez Meléndez, hombre humano y erudito en materia de cantes. Se relacionó muy joven con Don Antonio Chacón. Fue un cantaor largo, recreando las soleares primitivas de Triana; los tangos, la caña y macho; la siguiriya y la famosa toná del Cristo. Vivió la Edad de Oro del Flamenco.
Frasco «El Colorao», nombre artístico de Francisco Ortega (finales del siglo XVIII -segunda mitad del XIX) .Creador de siguiriyas trianeras, que han llegado hasta hoy. Estaba emparentado con los Cagancho, por su mujer. Su siguiriya la rescató Pepe «El de la Matrona».
Oliver de Triana, nombre artístico de Manuel Oliver Dorado (1906-1994), genial soleaero y perfecto en los fandangos. Fue ladrillero de oficio y supo recrear los estilos autóctonos de su barrio, «tan dificultosos como complicados y desconocidos; raras veces expuestos y divulgados en los escaparates discográficos, según M. Cerrejón. Bordó los cantes de Silverio, de El Canario, y de su novia La Rubia de Málaga, así como los de Cagancho.
«El Quija», apodo de Luis Márquez Alés (1892-1963), aunque sanluqueño, se forjó artísticamente en Triana y en Coria del Río. Con arte y profundidad, hacía la soleá trianera hasta tal punto que Mairena venía a escucharle.
Gracia de Triana (1919-1989), nombre artístico de Gracia Jiménez Zaya. Cancionista y cantaora. Destacó en los fandangos, las serranas e, incluso, en las soleares.
Mazaco, nombre artístico de Francisco González Sanromán (1898-1949). Trianero y coriano. Inmenso cantaor. Se le conocen tres tipos de soleares trianeras. Abarcó, asimismo, las siguiriyas, las granaínas y los fandangos.
EL Titi (siglos XIX-XX), cantaor de cabales. Destacó en los tangos trianeros, que recreó maravillosamente Naranjito de Triana. He aquí un ejemplo:
Ya vienen bajando
por las escaleras,
tomates, pimientos,
correones y brevas.
Porque dime qué motivo
te he jecho yo,
pa'que la ropa me fa tires a la
[caye
como si fuera un ladrón.
También tiene Fosforito otro que empieza: «Ya me van quedando/tus falsas quimeras...».
Y al hablar de los tangos trianeros, es imprescindible el nombre de la gran Rosalía Ortiz Aguado, artísticamente conocida por Rosalía de Triana, fallecida en 1973. Genial en los tangos, aunque también cultivó las tonás, las bulerías y la soleá por bulerías.
Emilio Abadía (1903-1986), hombre culto, fue profesor de Artes y Oficios y sobrino de Fernando «El de Triana». Buen cantaor de cabales y gran conocedor de la soleá de su barrio.
Manuel González, El Sordino de Triana (1906-1971?), trabajador en los tejares y especialista, asimismo, en las soleares trianeras.
Los hermanos Ballesteros: Antonio Cosme, el mayor (1911-1974), sobresalió en los estilos puramente trianeros, especialmente por siguiriyas y martinetes; y Joaquín Cosme Baeza (1915-1967), en cuya taberna se reunían destacados artistas de los años cuarenta y cincuenta. Transmitió los estilos de Triana y destacó por soleares y fandangos personales.
Y hablando del ambiente que se vivía en Triana en la década de los cuarenta-cincuenta, en aquellos difíciles años de posguerra y de hambrunas, sin embargo, el arrabal conservaba la alegría y el arte en sí mismo, en sus patios y corrales, en sus ventas y tabernas, en sus cafés cantantes, cuales El Tejar de Chamusquino y el Monte Pirolo, que estaba, precisamente, en el monte del mismo nombre (situado al final de La Cava, por la parte de La Cava de los gitanos, en su cruce con la calle Rosario Vega), e, incluso, en La Manigua, típica sala de fiestas, donde triunfaron grandes artistas, que por citar algunos recordarnos a Enrique Montoya, o los admirados Matilde Coral y Rafael «El Negro»... También estaba La Cava de los Civiles, o de los Gachós, en la calle Pagés del Corro, con «El Rinconcillo del Arte»...
En esta época, destacó, asimismo, el popular Maera, nombre artístico de Manuel Vega Vargas (1922-1986), hijo del torero Maera y sobrino de Gitanillo de Triana. Maera se forjó -y se formó- en los locales y colmaos de Lola Flores y dominaba un amplio abanico de estilos, destacando por bulerías, fandangos y soleares de su barrio. Fue suegro de la hoy popular Esperanza «La de Maera», del grupo Triana Pura...
Con Maera solían venir a Triana, bien a cantar o a escuchar el cante, figuras como Vallejo, Pepe Aznalcóllar, Pepe Palanca o Juanito Valderrama...
Y en esta extensa nómina, por méritos propios, destaca Naranjito de Triana, nombre artístico del entrañable José Sánchez Bernal (1933), que cantó por vez primera a los 8 años en Coria del Río. Después, triunfó en numerosas giras por España y el extranjero. Su voz, cálida, personal, expresiva, se presta para casi todos los cantes, desde la malagueña a la siguiriya, destacando en las peteneras. Hoy, se ha convertido en un excelente guitarrero, o hacedor de guitarras!.
Y siguen una extensa nómina de cantaores, imposible de abarcarlos todos, cuales Pitarropa, Costillares, Diego «El Alfarero», los hermanos Casado, o Manuel León «El Teta», o Márquez «El Zapatero», transmisores todos ellos de estilos puros. Los Naranjos, cantaores de la mejor cepa flamenca, sin olvidarnos de «El Perlo», nombre artístico de Eugenio Carrasco Morales, cantaor, bailaor y poeta. Hijo de la gran cantaora La Perla de Triana «La Niña de los Peines»... «El Perlo» es un artista sensible y conoce bien los cantes de su tierra. (1903-1972), y ahijado de
De gran personalidad gozó «El Gordito de Triana», cuyo verdadero nombre era el de Manuel Alas Pacheco (1926-1981), que alternó las reuniones de cabales con los espectáculos folklóricos de la época. Dominaba varios estilos: bulerías, alegrías y soleares, pero su popularidad la alcanzó con esos fandangos personales, que él llamaba Fandangos trianeros, caracterizados por un aire de soleá que él les daba. En 1982, la Casa Hispavox editó sus Bulerías Populares con la guitarra de Melchor de Marchena.
Y otros nombres: Felipe de Triana (1906-1969), bailaor y cantaor. Hermano de Luis «El Porras». Fue un seguidor y admirador de Vallejo.
El popular bailaor y bailarín Antonio Triana (1909-1989), artista que triunfó en Estados Unidos y en Hollywood. Su hija, Luisa Triana, bailaora y pintora, sigue su línea.
Chiquito de Triana, fallecido en México en 1978. Cuñado de la genial Carmen Amaya. Destacó en sus sentidos fandangos.
Personal e inmenso en su cante es «El Arenero», nombre artístico del admirado Antonio González Garzón (1925). De joven frecuentó las reuniones de aficionados, pero se reveló como artista en 1976, en el homenaje que en Triana se le tributó a «El Gordillo». Grabó con «El Teta» y Márquez «El Zapatero», un excelente disco, dedicado a los cantes de El Zurraque, destacando Antonio por soleares, siguiriyas y martinetes, como esta inmensa soleá, rotunda, de El Zurraque:
Zordo como una tapia
y siego de nasimiento,
vardría más que mi mare
m'hubiera parío muerto.
Se dice discípulo suyo «El Chiquetete», nombre artístico de Antonio Cortés Pantoja, que empezó como cantaor, con buen rajo, por soleares, tangos y bulerías, y se dedica hoy a la música más comercial.
También tenemos que citar a Paco Taranto, nombre artístico de Francisco Álvarez Martín (1940). Cantaor desde su juventud, formó en 1962, con el admirable Salvador Távora el dúo Los Tarantos, recorriendo España en la compañía de Pepe Marchena, El Sevillano y Pepe Pinto, entre otros, curtiéndose después en los tablaos y en las peñas. Tiene un repertorio muy amplio, dominando las soleares, las siguiriyas y los fandangos.
Y dentro del baile actuall, dos figuras esenciales: Pepa Montes y Milagros Mengíbar. Pepa Montes, que aunque naciera en Las Cabezas de San Juan, tiene un baile muy trianero, tal vez, influenciada por su esposo, el gran guitarrista Ricardo Miño, extraordinario para acompañar tanto a las figuras del cante como del baile. Al matrimonio se les nombró Trianeros del Año, en 1985... Y la entrañable Milagros Mengibar, bailaora clásica, de sensibilidad y sentimiento, que mueve la bata de cola como mueve el capote el mejor torero...
Debemos nombrar a Juan Morilla, discípulo de Otero, Pericet y Enrique «El Cojo», y en cuya academia de baile se han formado notables alumnos.
Además tenemos en Triana los ecos dolientes de Lole y Manuel , con un estilo muy personal, de la mejor cepa trianera. No olvidemos que Lole es hija de La Negra... Así como la música del guitarrista Gualberto, especialista en sitar con sus melodías experimentalitas. Todo cabe y todo se da en Triana, este barrio único, creador de un Flamenco personal y autóctono. El barrio entero sabe a Cante. ..Así lo afirma el viejo cantaor granadino Evaristo Heredia Maya: «En Triana siempre se ha cantao muy serio. Los cantes de los Puertos subían a Triana embrutecíos, y en Triana se hacían más asequibles, en esos patios de vecinos donde se cantaba que quitaba er sentío...».
-Portal del Flamenco y Universidad-

Manolito el Pintor  -Soleares-
EL SORDILLO DE TRIANA -SOLEARES-  1976

Luis Caballero - Soleá de Triana - 1973

Antonio Mairena - Soleares De Triana


Oliver de Triana -Soleares de Triana

Marquez el Zapatero llevatelo a la muralla -Soleares de Triana-

El Arenero -Soleá de Triana-
Paco Taranto- Soleá de Triana-
Chiquetete -Soleá de Triana-
Naanjito de Triana -Soleá de Triana-
Pepe de la Matrona -Soleá de Triana-
Pepe Medina -Soleá de Triana-

Antonio Mairena-Soleares Alfareras


Antonio Mairena - Soleares de Triana (En mi cama)

                                                   

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