LA GUITARRA FLAMENCA Paco de Lucena (IV)
FLAMENCO
LA GUITARRA FLAMENCA
Paco de Lucena (IV)
--Entonces --dijo Bernardo-- puesto que usted dice que toca bien, a ver si puede venir antes de la hora de trabajar; que ensayen un poco, y si da el avío no lo perderá.
--¿Tú has tocado ya algunas veces a un cuadro? --le preguntaban los artistas--.
--Yo, nunca, pero verán ustedes como sale bien".
Y, efectivamente, fue un verdadero éxito, lo que le supuso al "Niño de Lucena" quedar como tocaor suplente de Paco "el Águila" durante el tiempo que éste estuvo enfermo.
A partir de la incorporación de Paco "el Águila" el "Niño de Lucena" continuó también como tocaor fijo, ya que Bernardo no permitió que el de Lucena dejara de tocar todas las noches, señalándole un sueldo fijo y haciéndole, además, un buen regalo.
Eusebio Rioja no ve normal la posición adoptada por el "Niño de Lucena" en su respuesta a los artistas del conjunto momentos antes de su debut, presumiendo de que era la primera vez que actuaba ante el público sin haber realizado unos ensayos previos. "Es muy difícil --opina Rioja-- incorporar una guitarra a un cuadro sin haberle 'cogido el aire' con anterioridad". Para Eugenio Rioja esto se convierte en una "misión imposible".
Lo cierto es que, desde su primera actuación en el Café de Bernardo, el "Niño de Lucena" quedó como segundo guitarrista. Esto suponía que no podía llevar en el cuadro la voz cantante, circunstancia que no se acomodaba con el carácter del de Lucena, y más cuando su posición se veia reforzada por el éxito que tenía en sus actuaciones. Ni que decir tiene que la rivalidad entre los dos tocaores se hizo inevitable.
Fue en ese ambiente de tirantez mutua cuando se produjo un episodio muy conocido en el mundo de la guitarra flamenca y que Fernando de Triana nos cuenta en su conocida obra: "Una noche, creyendo El Águila ganarle la pelea con un truco, sacó un guante del bolsillo, se lo colocó en la mano izquierda y así le tocó a un cantaor. El 'Niño de Lucena' no le dio importancia, aunque vio que el público aplaudia a El Águila y cuando terminó el cuadro se echó el Niño p'alante, como se dice en el caló artístico andaluz, se quitó un calcetín, se lo puso en la mano izquierda y ejecutó un solo de guitarra que fue el delirio. El Águila reconoció el gran mérito del joven guitarrista, que ya no fue más barbero, pero sí, mientras vivió, gran amigo del maestro Salvador Ruíz".
--¿Tú has tocado ya algunas veces a un cuadro? --le preguntaban los artistas--.
--Yo, nunca, pero verán ustedes como sale bien".
Y, efectivamente, fue un verdadero éxito, lo que le supuso al "Niño de Lucena" quedar como tocaor suplente de Paco "el Águila" durante el tiempo que éste estuvo enfermo.
A partir de la incorporación de Paco "el Águila" el "Niño de Lucena" continuó también como tocaor fijo, ya que Bernardo no permitió que el de Lucena dejara de tocar todas las noches, señalándole un sueldo fijo y haciéndole, además, un buen regalo.
Eusebio Rioja no ve normal la posición adoptada por el "Niño de Lucena" en su respuesta a los artistas del conjunto momentos antes de su debut, presumiendo de que era la primera vez que actuaba ante el público sin haber realizado unos ensayos previos. "Es muy difícil --opina Rioja-- incorporar una guitarra a un cuadro sin haberle 'cogido el aire' con anterioridad". Para Eugenio Rioja esto se convierte en una "misión imposible".
Lo cierto es que, desde su primera actuación en el Café de Bernardo, el "Niño de Lucena" quedó como segundo guitarrista. Esto suponía que no podía llevar en el cuadro la voz cantante, circunstancia que no se acomodaba con el carácter del de Lucena, y más cuando su posición se veia reforzada por el éxito que tenía en sus actuaciones. Ni que decir tiene que la rivalidad entre los dos tocaores se hizo inevitable.
Fue en ese ambiente de tirantez mutua cuando se produjo un episodio muy conocido en el mundo de la guitarra flamenca y que Fernando de Triana nos cuenta en su conocida obra: "Una noche, creyendo El Águila ganarle la pelea con un truco, sacó un guante del bolsillo, se lo colocó en la mano izquierda y así le tocó a un cantaor. El 'Niño de Lucena' no le dio importancia, aunque vio que el público aplaudia a El Águila y cuando terminó el cuadro se echó el Niño p'alante, como se dice en el caló artístico andaluz, se quitó un calcetín, se lo puso en la mano izquierda y ejecutó un solo de guitarra que fue el delirio. El Águila reconoció el gran mérito del joven guitarrista, que ya no fue más barbero, pero sí, mientras vivió, gran amigo del maestro Salvador Ruíz".
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