HISTORIA DEL FLAMENCO -Figuras señeras- Don Antonio Chacón (I)
Don Antonio Chacón (I)
"A ti te dirán un día el Papa del cante...". Esas fueron las palabras de Enrique el Mellizo a Antonio Chacón después de oírle cantar por primera vez. Y la premonición del genio gaditano se cumplió plenamente. Tomás Borrás, en un conocido poema dedicado a Chacón muchos años después, certificaba la corazonada de El Mellizo:
La posición que llegó a ocupar Chacón en la sociedad de su tiempo se debió tanto a sus excelencias artísticas como a sus condiciones personales, caracterizadas por su señorío y honradez. Por ello era objeto de un gran respeto y recibía el trato de don Antonio.
Antonio Chacón García nació en Jerez de la Frontera en el año 1879, hijo de un modesto matrimonio. Su padre era zapatero, oficio que Antonio empezó a aprender en su infancia, aunque su afición al cante hizo que, a edad muy temprana, ganase ya su primer dinero cantando. Cuando, ya mayor de edad, le preguntaron al Chacón artista desde que edad cantaba, la respuesta fue: "Yo creo que canto desde antes de empezar a hablar claramente, cuando yo niño Jerez era la Meca del flamenco. Se aprendía a cantar y bailar al mismo tiempo que ir a la escuela, y no se hablaba más que de Silverio, Curro Dulce y el Loco Mateo."
Hecho importante en la vida del cantaor fue su temprana amistad con Javier Molina, paisano suyo y guitarrista muy conocido también posteriormente. Ambos jóvenes, junto con un hermano de Javier que era bailaor, acordaron ganarse la vida con el flamenco e iniciaron juntos la primera "tourné" de sus vidas, recorriendo los pueblos de Andalucia sin más sostén que su arte. Tenía entonces Antonio Chacón quince años. Esta época de la vida de Chacón es muy conocida, ya que se refleja detalladamente en las memorias de Javier Molina, escritas por Augusto Butler. Dice en ellas Javier Molina: "Así las cosas, se acabó la temporada del café de Junquera por entrar los calores, y me quedé con mi hermano sin trabajo. Y entonces nos propusimos los tres, Chacón, mi hermano y yo hacer un recorrido por la nación, dando conciertos en casinos, tabernas y cafés, para buscarnos el sustento. De artistas teníamos bien poco, pues de esto que refiero aquí, hace más de cincuenta años". Y Molina relata las múltiples peripecias de los tres jóvenes, en su largo recorrido por los pueblos andaluces y extremeños, buscándose la vida y siendo protagonistas de lances y experiencias que fueron muy importantes para la vida de Chacón, pues forjaron su personalidad como futuro gran artista. Julián Pemartín, en su obra "El cante flamenco", incluye un mapa en el que gráficamente se detalla la ruta de la "primera salida" de Chacón, acompañado por los hermanos Molina.
Por otra parte, a esa edad los jóvenes se comen el mundo y las fatigas y privaciones no constituyen motivo de pesar en su ánimo, sino todo lo contrario, como Javier Molina refleja en su biografía: "Y ahora me viene a la memoria un dicho de Chacón: que nunca había sido más feliz en su vida que en esa época, que era cuando tenia ilusiones. Cuando se ponía las alpargatas y cantaba por los caminos, y no se daba cuenta de las leguas que andaba. ¡Y tan contentos con nuestra suerte!. Éramos dignos de ver. Chacón con un lío y sus alpargatas. Mi hermano con una maleta a las espaldas a manera de mochila. Y yo con mi guitarra y las botas de los tres y la merienda".
Julián Pemartín concede mucha importancia al encuentro que tuvo Chacón en Huelva con el antiguo cantaor "Salvaoriyo" que "entusiasmado por las facultades y estilo de Chacón estuvo todo un mes aleccionándole". Este hecho está recogido en la biografía de Javier Molina, y de ahí debió tomarlo Pemartín. En dicha biografía se nos dice que Chacón tomó lecciones de "Salvaoriyo" de soleares, siguiriyas, polo y caña.
La desvinculación de Chacón de los hermanos Molina motivó que el cantaor tuviera que buscarse la vida en solitario. Al parecer intentó probar fortuna en Sevilla y Cádiz, pero regresó enseguida a Jerez.
Según José Blas Vega, el año 1886 fue decisivo en la trayectoria artística de Chacón y, en concreto, la suerte se le aparece el día de Santiago de dicho año. En efecto, con motivo de la celebración en Jerez en dicho día de la tradicional corrida de toros, uno de los diestros, Manuel Hermosilla, quiso celebrar dos cosas: su éxito artístico y el salir ileso de un pequeño percance que le acaeció en el curso de la lidia. Con tal motivo el torero invitó a comer a su cuadrilla, a la que pertenecía como puntillero Enrique el Mellizo. Asimismo encargó que avisase a algunos cantaores de Jerez, y al final de la comida se organizó una fiesta flamenca, donde cantaron Joaquín Laserna y El Mellizo, dos figuras del cante en aquella época. Pero la sorpresa fue la extraordinaria actuación de un joven cantaor, cuyo nombre hasta ese momento poco indicaba en el arte flamenco: Antonio Chacón. El cante del joven jerezano le valió los elogios de El Mellizo e, incluso, su futuro apoyo. En efecto, la recomendación de éste valió para que Chacón fuera contratado para actuar en la Velada de los Ángeles gaditana.
"Los espejos humanos son flamencos y cantan Don Antonio les paga —como a él— por oírlos. Don Antonio Chacón, que es el Papa del cante, va a celebrar con ellos, sacerdotes del rito...."
La posición que llegó a ocupar Chacón en la sociedad de su tiempo se debió tanto a sus excelencias artísticas como a sus condiciones personales, caracterizadas por su señorío y honradez. Por ello era objeto de un gran respeto y recibía el trato de don Antonio.
Antonio Chacón García nació en Jerez de la Frontera en el año 1879, hijo de un modesto matrimonio. Su padre era zapatero, oficio que Antonio empezó a aprender en su infancia, aunque su afición al cante hizo que, a edad muy temprana, ganase ya su primer dinero cantando. Cuando, ya mayor de edad, le preguntaron al Chacón artista desde que edad cantaba, la respuesta fue: "Yo creo que canto desde antes de empezar a hablar claramente, cuando yo niño Jerez era la Meca del flamenco. Se aprendía a cantar y bailar al mismo tiempo que ir a la escuela, y no se hablaba más que de Silverio, Curro Dulce y el Loco Mateo."
Hecho importante en la vida del cantaor fue su temprana amistad con Javier Molina, paisano suyo y guitarrista muy conocido también posteriormente. Ambos jóvenes, junto con un hermano de Javier que era bailaor, acordaron ganarse la vida con el flamenco e iniciaron juntos la primera "tourné" de sus vidas, recorriendo los pueblos de Andalucia sin más sostén que su arte. Tenía entonces Antonio Chacón quince años. Esta época de la vida de Chacón es muy conocida, ya que se refleja detalladamente en las memorias de Javier Molina, escritas por Augusto Butler. Dice en ellas Javier Molina: "Así las cosas, se acabó la temporada del café de Junquera por entrar los calores, y me quedé con mi hermano sin trabajo. Y entonces nos propusimos los tres, Chacón, mi hermano y yo hacer un recorrido por la nación, dando conciertos en casinos, tabernas y cafés, para buscarnos el sustento. De artistas teníamos bien poco, pues de esto que refiero aquí, hace más de cincuenta años". Y Molina relata las múltiples peripecias de los tres jóvenes, en su largo recorrido por los pueblos andaluces y extremeños, buscándose la vida y siendo protagonistas de lances y experiencias que fueron muy importantes para la vida de Chacón, pues forjaron su personalidad como futuro gran artista. Julián Pemartín, en su obra "El cante flamenco", incluye un mapa en el que gráficamente se detalla la ruta de la "primera salida" de Chacón, acompañado por los hermanos Molina.
Por otra parte, a esa edad los jóvenes se comen el mundo y las fatigas y privaciones no constituyen motivo de pesar en su ánimo, sino todo lo contrario, como Javier Molina refleja en su biografía: "Y ahora me viene a la memoria un dicho de Chacón: que nunca había sido más feliz en su vida que en esa época, que era cuando tenia ilusiones. Cuando se ponía las alpargatas y cantaba por los caminos, y no se daba cuenta de las leguas que andaba. ¡Y tan contentos con nuestra suerte!. Éramos dignos de ver. Chacón con un lío y sus alpargatas. Mi hermano con una maleta a las espaldas a manera de mochila. Y yo con mi guitarra y las botas de los tres y la merienda".
Julián Pemartín concede mucha importancia al encuentro que tuvo Chacón en Huelva con el antiguo cantaor "Salvaoriyo" que "entusiasmado por las facultades y estilo de Chacón estuvo todo un mes aleccionándole". Este hecho está recogido en la biografía de Javier Molina, y de ahí debió tomarlo Pemartín. En dicha biografía se nos dice que Chacón tomó lecciones de "Salvaoriyo" de soleares, siguiriyas, polo y caña.
La desvinculación de Chacón de los hermanos Molina motivó que el cantaor tuviera que buscarse la vida en solitario. Al parecer intentó probar fortuna en Sevilla y Cádiz, pero regresó enseguida a Jerez.
Según José Blas Vega, el año 1886 fue decisivo en la trayectoria artística de Chacón y, en concreto, la suerte se le aparece el día de Santiago de dicho año. En efecto, con motivo de la celebración en Jerez en dicho día de la tradicional corrida de toros, uno de los diestros, Manuel Hermosilla, quiso celebrar dos cosas: su éxito artístico y el salir ileso de un pequeño percance que le acaeció en el curso de la lidia. Con tal motivo el torero invitó a comer a su cuadrilla, a la que pertenecía como puntillero Enrique el Mellizo. Asimismo encargó que avisase a algunos cantaores de Jerez, y al final de la comida se organizó una fiesta flamenca, donde cantaron Joaquín Laserna y El Mellizo, dos figuras del cante en aquella época. Pero la sorpresa fue la extraordinaria actuación de un joven cantaor, cuyo nombre hasta ese momento poco indicaba en el arte flamenco: Antonio Chacón. El cante del joven jerezano le valió los elogios de El Mellizo e, incluso, su futuro apoyo. En efecto, la recomendación de éste valió para que Chacón fuera contratado para actuar en la Velada de los Ángeles gaditana.
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