HISTORIA DEL FLAMENCO -Figuras señeras- Silverio Franconetti (II)
Silverio Franconetti (II)
Siguiendo el hilo conductor de Demófilo, asistimos al regreso de Silverio a España, después de su estancia en tierras americanas: "Embarcado a bordo del vapor "Gravina", volvió a España en el año 1864, comenzando entonces con mayores medios a realizar lo que había sido desde que tuvo uso de razón, su tema favorito, que era elevar a la categoría de espectáculo público aquellos tristes y melancólicos cantares que escuchara en la fragua de los gitanos de Morón y en las tabernas donde cantaba comunmente El Fillo, maestro de todos los cantaores de su tiempo. A propósito del regreso de Silverio se ha citado mucho la anécdota de la fiesta que, con motivo de su desembarco en España, se organizó por la familia de los Ortega, íntimos amigos del cantaor. Cuando los Ortega acudieron a recibir a Silverio al puerto de Cádiz se sorprendieron al encontrarse con un señor de gran porte, con barbas y lujosamente vestido; una imagen que hacia totalmente irreconocible al Silverio Franconetti que todos los que le conocieron tenían en su mente. Aprovechando este cambio de fisonomía del cantaor, se acuerda por él y los Ortega gastar una broma y para ello improvisan una fiesta en el barrio de la Viña. Y nos cuenta Blas Vega: "La fiesta por todo lo alto, en honor de "aquel americano", contaba con la presencia de Curro Dulce, Manuel Molina, María Borrico, el maestro Patiño, la familia Ortega y otros artistas. Al ver al extraño indiano, y creyendo que no entendía una palabra de cante, algunos empezaron a burlarse de él. Pero cuando todos habían cantado, el supuesto "americano" declaró no estar contento, porque nadie le había cantado el cante de Silverio, y rogó que le tocasen la guitarra para cantarlo él:
— Eleve la cejuela y preludie unas siguiriyas.
Mirándose unos a otros, los flamencos asombrados se preguntaban ¿Cantará ese tío con esa facha? El gran Silverio no les dio tiempo a reponerse. Apenas hizo la salida de la siguiriya, al escena cambió totalmente. Transportados a un mundo superior y pendientes de los labios del desconocido, los hombres seguían en un silencio de asombro las modulaciones de aquella voz. Las mujeres lloraban...
La malina lengua
que de mí murmura
yo la cogiera por enmedio, enmedio
la dejara muda
Y al acabar su clásica siguiriya brava y tremenda, una vieja gitana se echó a llorar y gritó: "Éste no puede ser otro que Silverio, al que habéis "imitaos tós". Tú eres Silverio. Niña besa a ese Dios. No tengo otra manera con qué pagá lo que ha hecho usté sentí a esta pobre vieja". Los abrazos se sucedieron emocionados. ¡Era el propio Silverio!. No podía ser otro, nadie cantaba así. En un momento había reconquistado su fama. ¡El señor Silverio ha vuelto!".
Por esas mismas fechas de la vuelta a España de Silverio (¿O fue aquella misma noche de juerga?) se cuenta también la anécdota que protagonizó el cantaor con María Borrico, que al ser invitada a cantar después del recién llegado de América, hizo exclamar a la célebre siguiriyera: "¿Como quieres que cante si ese gachó de las barbas me ha estemplao?".
A partir de su regreso a España las actuaciones de Silverio se van ampliando por diferentes ciudades andaluzas: Sevilla, Jerez, Cádiz… En ésta última, según Demófilo, mereció el título de "Rey de los cantaores". Son sesiones o veladas, en las que el cante flamenco (por entonces no se llamaba flamenco) se va independizando de las danzas y bailes con los que hasta entonces había tenido que convivir. Digamos que Silverio arranca el cante de estas fiestas mixtas y le infunde personalidad propia. Se inicia la vida del "cante flamenco" como tal; Silverio lo llevó a nuevos escenarios, dignificándolo y dándole un impulso decisivo. Por primera vez, que se sepa, aparece un anuncio con el siguiente texto: "Gran concierto de bailes del país con cantos y bailes flamencos" (Gacetilla del Salón Oriente de 21 de abril de 1866).
Los éxitos obtenidos por Silverio en Andalucía tienen su repercusión fuera de ese ámbito, y la afición madrileña le reclama, llagando a actuar en la Corte, en el salón Capellanes los días 12 y 19 de mayo de 1866. A partir de esta primera actuación, sus visitas artísticas a Madrid se hace asiduas, alternándolas con otras actuaciones en diferentes puntos de Andalucía. En 1870 toma la dirección del salón El Recrero, de Sevilla, que compaginó con giras por otras ciudades.
Desde entonces dicho café estuvo plenamente identificado con su nombre. Silverio, por su parte, hizo lo posible por ampliar el salón, y por los años ochenta formó sociedad con Manuel El Burrero y Frasquito El Manga, cambiando el nombre del local por el de "Café de la Escalerilla". La ruptura con sus socios determinó que el cantar volviera, en solitario y con todo su tesón, a intentar montar un nuevo café donde brillara el arte flamenco por encima de todo, cosa que consiguió cuando inaugura El Café Silverio, en la calle Rosario; era la primavera del año 1881.El salón de Silverio alcanzó pronto popularidad y pretigio. Allí este genio del cante impartía lecciones de su arte en la que Francisco Rodríguez Marín llamó "la cátedra sevillana del gran Silverio Franconetti". No obstante, a partir de esta época, principios de los años ochenta, las actuaciones de Silverio se fueron espaciando, interviniendo en muy contadas y extraordinarias actuaciones.
Puede decirse que por el Café de Silverio pasaron los mejores artistas del arte flamenco de la época, tanto en cante como en baile y toque. La relación de ellos seria interminable: D. Antonio Chacón, La Serneta, Fosforito, Miguel Macaca, Dolores la Parrala, La Mejorana… Al cierre del salón, Silverio siguió su incansable lucha como cantaor contratado y a veces como empresario. Su muerte, el 30 de mayo de 1889, puso fin a la lucha incansable de este genio del cante por poner en pié el arte flamenco y situarlo en disposición de recorrer su andadura posterior.
— Eleve la cejuela y preludie unas siguiriyas.
Mirándose unos a otros, los flamencos asombrados se preguntaban ¿Cantará ese tío con esa facha? El gran Silverio no les dio tiempo a reponerse. Apenas hizo la salida de la siguiriya, al escena cambió totalmente. Transportados a un mundo superior y pendientes de los labios del desconocido, los hombres seguían en un silencio de asombro las modulaciones de aquella voz. Las mujeres lloraban...
La malina lengua
que de mí murmura
yo la cogiera por enmedio, enmedio
la dejara muda
Y al acabar su clásica siguiriya brava y tremenda, una vieja gitana se echó a llorar y gritó: "Éste no puede ser otro que Silverio, al que habéis "imitaos tós". Tú eres Silverio. Niña besa a ese Dios. No tengo otra manera con qué pagá lo que ha hecho usté sentí a esta pobre vieja". Los abrazos se sucedieron emocionados. ¡Era el propio Silverio!. No podía ser otro, nadie cantaba así. En un momento había reconquistado su fama. ¡El señor Silverio ha vuelto!".
Por esas mismas fechas de la vuelta a España de Silverio (¿O fue aquella misma noche de juerga?) se cuenta también la anécdota que protagonizó el cantaor con María Borrico, que al ser invitada a cantar después del recién llegado de América, hizo exclamar a la célebre siguiriyera: "¿Como quieres que cante si ese gachó de las barbas me ha estemplao?".
A partir de su regreso a España las actuaciones de Silverio se van ampliando por diferentes ciudades andaluzas: Sevilla, Jerez, Cádiz… En ésta última, según Demófilo, mereció el título de "Rey de los cantaores". Son sesiones o veladas, en las que el cante flamenco (por entonces no se llamaba flamenco) se va independizando de las danzas y bailes con los que hasta entonces había tenido que convivir. Digamos que Silverio arranca el cante de estas fiestas mixtas y le infunde personalidad propia. Se inicia la vida del "cante flamenco" como tal; Silverio lo llevó a nuevos escenarios, dignificándolo y dándole un impulso decisivo. Por primera vez, que se sepa, aparece un anuncio con el siguiente texto: "Gran concierto de bailes del país con cantos y bailes flamencos" (Gacetilla del Salón Oriente de 21 de abril de 1866).
Los éxitos obtenidos por Silverio en Andalucía tienen su repercusión fuera de ese ámbito, y la afición madrileña le reclama, llagando a actuar en la Corte, en el salón Capellanes los días 12 y 19 de mayo de 1866. A partir de esta primera actuación, sus visitas artísticas a Madrid se hace asiduas, alternándolas con otras actuaciones en diferentes puntos de Andalucía. En 1870 toma la dirección del salón El Recrero, de Sevilla, que compaginó con giras por otras ciudades.
Desde entonces dicho café estuvo plenamente identificado con su nombre. Silverio, por su parte, hizo lo posible por ampliar el salón, y por los años ochenta formó sociedad con Manuel El Burrero y Frasquito El Manga, cambiando el nombre del local por el de "Café de la Escalerilla". La ruptura con sus socios determinó que el cantar volviera, en solitario y con todo su tesón, a intentar montar un nuevo café donde brillara el arte flamenco por encima de todo, cosa que consiguió cuando inaugura El Café Silverio, en la calle Rosario; era la primavera del año 1881.El salón de Silverio alcanzó pronto popularidad y pretigio. Allí este genio del cante impartía lecciones de su arte en la que Francisco Rodríguez Marín llamó "la cátedra sevillana del gran Silverio Franconetti". No obstante, a partir de esta época, principios de los años ochenta, las actuaciones de Silverio se fueron espaciando, interviniendo en muy contadas y extraordinarias actuaciones.
Puede decirse que por el Café de Silverio pasaron los mejores artistas del arte flamenco de la época, tanto en cante como en baile y toque. La relación de ellos seria interminable: D. Antonio Chacón, La Serneta, Fosforito, Miguel Macaca, Dolores la Parrala, La Mejorana… Al cierre del salón, Silverio siguió su incansable lucha como cantaor contratado y a veces como empresario. Su muerte, el 30 de mayo de 1889, puso fin a la lucha incansable de este genio del cante por poner en pié el arte flamenco y situarlo en disposición de recorrer su andadura posterior.
Ecos antiguos - Silverio Franconeti
Etiquetas: HISTORIA DEL FLAMENCO -Figuras señeras- Silverio Franconetti (II)
1 comentarios:
Soy natural de Nueva York pero desde hace ya varios años que quería ver un tablao flamenco en sevilla... y debo decir que disfrutado mucho más de lo que esperaba, y eso que ya visité la ciudad de Sevilla muy emocionado. Ver esas bailaoras y sentir esos acordes de guitarra me ha parecido un show de flamenco espectacular. Lo recomiendo 100% a todo el mundo visitar España y en concreto Sevilla.
Posdata: disculpad mi español, todavía estoy aprendiendo.
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