Victor Blaya Quero "EL CHARICO"
FLAMENCO
Victor Blaya Quero
"EL CHARICO"
VICTOR BLAYA QUERO, cantaor payo, más conocido artísticamente por el nombre de EL CHARICO, nació en Granada en el año de 1979, ha muerto en su misma tierra que lo vio nace en Granada el martes 1 de Enero de 2008, a la edad de 28 años. Joven cantaor nacido en el corazón del Albayzín granadino. Desde niño su pasión es el cante flamenco y a los 13 años empieza a cantar en público. A los 16 y 17 años obtiene durante dos años consecutivos el segundo premio en el Concurso de Jóvenes Flamencos de Granada, organizado por la empresa Rober.
Actúa en los diversos tablaos y cuevas de Granada, como La Cíngara, Los Tarantos, El Corral del Príncipe, La Venta del Gallo... Canta para el Grupo Maya y para el grupo de Jaime El Parrón con los que también sale de gira a Portugal, Francia, Reino Unido y Bélgica. En el 2000 interviene en la grabación y presentación del disco “Graná baila por Tangos” dirigido por Curro Albayzín.Impresiona con su potente voz y hondos quejíos. En el XLIV Concurso Nacional del Cante de lasMinas de la Unión (Murcia, 2004) consiguió el premio de cante por Siguirillas y por Bulerías por Soleá. Los aficionados al Cante Flamenco conocen el prestigioso contenido de este Concurso de Cante, pues lleva 44 años celebrándose, donde han actuado grandes figuras del flamenco y han conseguido la acreditada Lámpara, galardón muy cotizado en la cultura de nuestro Cante. En la peña La Platería ha actuado el sábado 30 de octubre de 2004, con el también cantaor Juan Pinilla y la guitarra de Luis Mariano. También ha participado como artista en el intercambio con la peña de Moguer del 5 de marzo de 2005.
-El arte de vivir el flamenco-
EL FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CANTE DE LAS MINAS EXPRESA SU CONDOLENCIA POR EL FALLECIMIENTO DEL CANTAOR GRANADINO “EL CHARICO”.
El Comité Ejecutivo del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), presidido por el alcalde Francisco Bernabé Pérez, en presencia de su director Julio Garcia Cegarra y demás componentes del mismo; acuerda hacer pública su condolencia por la triste y prematura desaparición de la gran promesa del cante flamenco, Victor Blaya Quero “El Charico”. Su aclamada participación en la edición de 2004, supusieron para él la consecución de los premios de cante grande por siguiriyas y bulerías por soleá; para el público y para el concurso significaron la presencia en el escenario de un cantaor de gran talla y de gratísimo recuerdo. Nuestro sentido pésame a su familia, a la peña “La Platería”, de Granada, a sus amigos y a cuantos aficionados le conocieron y tuvieron la suerte de sentir y emocionarse con la maestría de su arte.Francisco Celdrán Sánchez Responsable de Prensa del Festival de las Minas. La Unión 10 de enero de 2008
El Comité Ejecutivo del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), presidido por el alcalde Francisco Bernabé Pérez, en presencia de su director Julio Garcia Cegarra y demás componentes del mismo; acuerda hacer pública su condolencia por la triste y prematura desaparición de la gran promesa del cante flamenco, Victor Blaya Quero “El Charico”. Su aclamada participación en la edición de 2004, supusieron para él la consecución de los premios de cante grande por siguiriyas y bulerías por soleá; para el público y para el concurso significaron la presencia en el escenario de un cantaor de gran talla y de gratísimo recuerdo. Nuestro sentido pésame a su familia, a la peña “La Platería”, de Granada, a sus amigos y a cuantos aficionados le conocieron y tuvieron la suerte de sentir y emocionarse con la maestría de su arte.Francisco Celdrán Sánchez Responsable de Prensa del Festival de las Minas. La Unión 10 de enero de 2008
El Arte de Vivir el Flamenco ha recibir esta triste noticia se pone en conocimiento de todos sus familiares amigos y buenos afiicionados, con la mayor condolencia por la perdida de uno de sus grandes y admiradores cantaores, por el saber y sentir el cante con verdadera pasión y grandeza, que dios lo tenga en gloria junto a todos sus compañeros y maestros del cante Andaluz y flamenco. José Maria Ruiz Fuentes como critico y admirador de uno de los grandes del cante que ha sido VICTOR BLAYA QUERO "EL CHARICO"
Niño Charico: Humano, demasiado humano
Tres años después de su muerte, la voz de Niño Charico sigue estando presente en quienes escucharon alguna vez su eco
Si los Quero fueron aquellos bandoleros románticos que tuvieron en jaque a las fuerzas franquistas tras la guerra, Víctor Blaya Quero, Niño Charico, hizo honor a sus antecesores dotando el cante aroma bandolero, sonidos libres en su voz milenaria, puso en jaque a toda la crítica destructiva que se agita en Andalucía, y fue romántico hasta en el vinagre que acabó con su vida. Es imposible olvidarse de Víctor, tres años después de su muerte. Quien escuchó su eco jamás lo relegará en el olvido. Charico rompió con su voz los moldes raciales y geográficos del flamenco. Sonaba gitano, sin serlo, y a Jerez, habiendo tenido por cuna el Albaicín. Poseía un olfato musical exquisito, un gusto para decir los cantes más sinceros, excepcional, y un potencial canoro sin parangón. Igualaba a Terremoto en lo profundo y sonoro, pero ganaba a cualquiera en brillo. Su voz, añeja, jonda y vigorosa, no se arrugaba, se rompía en quejíos inspirados y certeros, sobre los cantes más grandes del flamenco, si bien él hacía realidad aquello de que no hay cante chico ni cante grande, si no cantaores chicos y cantaores grandes. Charico, que sonaba personal sin proponérselo, renunciaba constantemente a sí mismo para que los cantes cogiesen personalidad y brotaran ambivalentes entre la lírica de las letras el esteticismo de la música. De Charico tenemos todos uno amargo recuerdo y la incertidumbre de si podíamos haber hecho más por él. En cualquier caso convengo que la sensibilidad acabó con su vida, pues era un personaje, como diría Nietzsche "Humano, demasiado humano". Era el mejor de su generación, sin lugar a dudas, el más flamenco, el más profundo, al que más le dolía el cante. Como hemos escrito arriba, podía, perfectamente, no acudir a un concierto que tenía firmado si esa mañana las estrellas de los cielos no se habían alineado para él: se levantaba sin ganas de cantar, no se 'sentía', y dejaba esperando al más pintado. Él se lo podía permitir, porque el día que le venía en gana, nos rompía el alma con unas bulerías por soleá o sus gloriosos fandangos. Todo el mundo sabe su devoción por lo jerezano, aunque Víctor no se circunscribía solo a eso, su oído e inconmensurable afición, le permitía poder disfrutar de todo el que cantara bien. Hará unos cinco años le tocaba ilustrar una conferencia de José Delgado para la Peña de La Platería y entre otros cantes, tenía en el repertorio la Serrana. Me pidió ayuda y le hablé de Fosforito, de Juan de la Loma y de Manuel Ávila. Sintió curiosidad por éste último, uno de mis maestros y referentes, lo cual me enorgulleció y así le grabé varias serranas que dejó registradas el de Montefrío. Cuentan que iba por las calles del Albaicín absorto, escuchando a Manuel en un pequeño aparato. Un día quedamos para valorar ese aprendizaje y nos metimos en el 'Cuarto de los Cabales' de La Platería, donde un año antes habíamos grabado para Canal Sur ambos. Víctor había llevado el cante de la Serrana a su terreno, me decía que no lo tenía bien, y yo, emocionado, no sabía como explicarle que había cogido lo esencial de Manuel Ávila pero que el cante estaba bien hecho y lo más sorprendente, sonaba a él, a su forma. He ahí una muestra de su capacidad cantaora. Una de las últimas vivencias que tenemos junto a él, y que no olvidaremos nunca Marcos Palometas y yo, fue en la Peña Flamenca del citado maestro de Montefrío. Recién salido de una crisis que lo había mantenido ingresado un tiempo en el hospital Ruiz de Alda, me pidió que le buscara alguna actuación. Hablé con estos grandes aficionados de Montefrío y accedieron de inmediato. En el trayecto que hicimos en mi coche nos comentaba entre dispares conversaciones y algún cante que él acompañaba marcándose el ritmo sobre la guantera, que los médicos querían internarlo en un centro hasta que estuviera recuperado del todo, pero que él no se iba a meter porque ya se encontraba bien. Una vez en Montefrío se sintió con granas de cantar. Desde el escenario buscaba la complicidad de mi mirada, a la que yo acompañaba con algún gesto de aprobación: estaba cantando muy bien. Y lo más emocionante, se estaba dejando llevar por el sentimiento. Sus letras hablaban de desamor, de locura y desenfreno, de ganas de vivir... En la segunda parte consiguió ese momento mágico de meterse de lleno en el cante, y ya ni siquiera buscaba mi mirada porque la suya estaba en otro sitio, en otra dimensión. Cantó una de estas letras que les cuento y algo me pasó por dentro que no sabría explicar y que tuve realmente de que lo sentí al mirar al guitarrista. Marcos me estaba mirando, y yo a él, Víctor remataba el cante de una manera gloriosa, él desde el escenario, con la guitarra en sus manos, y yo desde el público, llorábamos.
Granada Hoy | Actualizado 06.02.2011 - Imagen de archivo del joven cantaor Víctor Blaya Quero, Niño Charico. El cantaor falleció a los 28 años.
Tres años después de su muerte, la voz de Niño Charico sigue estando presente en quienes escucharon alguna vez su eco
Si los Quero fueron aquellos bandoleros románticos que tuvieron en jaque a las fuerzas franquistas tras la guerra, Víctor Blaya Quero, Niño Charico, hizo honor a sus antecesores dotando el cante aroma bandolero, sonidos libres en su voz milenaria, puso en jaque a toda la crítica destructiva que se agita en Andalucía, y fue romántico hasta en el vinagre que acabó con su vida. Es imposible olvidarse de Víctor, tres años después de su muerte. Quien escuchó su eco jamás lo relegará en el olvido. Charico rompió con su voz los moldes raciales y geográficos del flamenco. Sonaba gitano, sin serlo, y a Jerez, habiendo tenido por cuna el Albaicín. Poseía un olfato musical exquisito, un gusto para decir los cantes más sinceros, excepcional, y un potencial canoro sin parangón. Igualaba a Terremoto en lo profundo y sonoro, pero ganaba a cualquiera en brillo. Su voz, añeja, jonda y vigorosa, no se arrugaba, se rompía en quejíos inspirados y certeros, sobre los cantes más grandes del flamenco, si bien él hacía realidad aquello de que no hay cante chico ni cante grande, si no cantaores chicos y cantaores grandes. Charico, que sonaba personal sin proponérselo, renunciaba constantemente a sí mismo para que los cantes cogiesen personalidad y brotaran ambivalentes entre la lírica de las letras el esteticismo de la música. De Charico tenemos todos uno amargo recuerdo y la incertidumbre de si podíamos haber hecho más por él. En cualquier caso convengo que la sensibilidad acabó con su vida, pues era un personaje, como diría Nietzsche "Humano, demasiado humano". Era el mejor de su generación, sin lugar a dudas, el más flamenco, el más profundo, al que más le dolía el cante. Como hemos escrito arriba, podía, perfectamente, no acudir a un concierto que tenía firmado si esa mañana las estrellas de los cielos no se habían alineado para él: se levantaba sin ganas de cantar, no se 'sentía', y dejaba esperando al más pintado. Él se lo podía permitir, porque el día que le venía en gana, nos rompía el alma con unas bulerías por soleá o sus gloriosos fandangos. Todo el mundo sabe su devoción por lo jerezano, aunque Víctor no se circunscribía solo a eso, su oído e inconmensurable afición, le permitía poder disfrutar de todo el que cantara bien. Hará unos cinco años le tocaba ilustrar una conferencia de José Delgado para la Peña de La Platería y entre otros cantes, tenía en el repertorio la Serrana. Me pidió ayuda y le hablé de Fosforito, de Juan de la Loma y de Manuel Ávila. Sintió curiosidad por éste último, uno de mis maestros y referentes, lo cual me enorgulleció y así le grabé varias serranas que dejó registradas el de Montefrío. Cuentan que iba por las calles del Albaicín absorto, escuchando a Manuel en un pequeño aparato. Un día quedamos para valorar ese aprendizaje y nos metimos en el 'Cuarto de los Cabales' de La Platería, donde un año antes habíamos grabado para Canal Sur ambos. Víctor había llevado el cante de la Serrana a su terreno, me decía que no lo tenía bien, y yo, emocionado, no sabía como explicarle que había cogido lo esencial de Manuel Ávila pero que el cante estaba bien hecho y lo más sorprendente, sonaba a él, a su forma. He ahí una muestra de su capacidad cantaora. Una de las últimas vivencias que tenemos junto a él, y que no olvidaremos nunca Marcos Palometas y yo, fue en la Peña Flamenca del citado maestro de Montefrío. Recién salido de una crisis que lo había mantenido ingresado un tiempo en el hospital Ruiz de Alda, me pidió que le buscara alguna actuación. Hablé con estos grandes aficionados de Montefrío y accedieron de inmediato. En el trayecto que hicimos en mi coche nos comentaba entre dispares conversaciones y algún cante que él acompañaba marcándose el ritmo sobre la guantera, que los médicos querían internarlo en un centro hasta que estuviera recuperado del todo, pero que él no se iba a meter porque ya se encontraba bien. Una vez en Montefrío se sintió con granas de cantar. Desde el escenario buscaba la complicidad de mi mirada, a la que yo acompañaba con algún gesto de aprobación: estaba cantando muy bien. Y lo más emocionante, se estaba dejando llevar por el sentimiento. Sus letras hablaban de desamor, de locura y desenfreno, de ganas de vivir... En la segunda parte consiguió ese momento mágico de meterse de lleno en el cante, y ya ni siquiera buscaba mi mirada porque la suya estaba en otro sitio, en otra dimensión. Cantó una de estas letras que les cuento y algo me pasó por dentro que no sabría explicar y que tuve realmente de que lo sentí al mirar al guitarrista. Marcos me estaba mirando, y yo a él, Víctor remataba el cante de una manera gloriosa, él desde el escenario, con la guitarra en sus manos, y yo desde el público, llorábamos.
Granada Hoy | Actualizado 06.02.2011 - Imagen de archivo del joven cantaor Víctor Blaya Quero, Niño Charico. El cantaor falleció a los 28 años.
Victor Blaya Quero "EL CHARICO" por Martinete
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