LOS PALOS Soleares (I)
flamenco
LOS PALOS
LOS PALOS
Soleares (I)
La "soleá" es un estilo de cante flamenco cuya copla está constituida por tres o cuatro versos octosílabos con rima consonante o asonante. Se le ha llamado "la madre del cante" (M. Machado) y no cabe duda que está entre los estilos básicos del flamenco. Siempre se la nombra en plural ("soleares") y nada más lógico, ya que es un estilo de cante de expresión múltiple, tanto por razón de las comarcas en que ha florecido como por los diferentes intérpretes que han dejado su nombre como sello de creación personal.
Según Pemartin, también dentro de este estilo existe lo que se ha llamado "soleariya", también de tres versos, el primero de ellos con sólo tres o cuatro sílabas. De este autor recogemos ejemplos de soleá en las tres formas en que se interpreta.
Soleá de cuatro versos o soleá grande:
Los ojos de mi morena
se parecen a mis males:
negros como mis fatigas,
grandes como mis pesares.
De tres versos o soleá corta:
Voy como si fuera preso:
detrás camina mi sombra,
delante mi pensamiento.
Y la soleariya:
Fatigas
Yo por la calle no lloro
porque la gente no diga.
El origen de la soleá, como tantas cosas en el flamenco, no está claro. En lo que sí parece que hay acuerdo entre los expertos es que las primeras soleares de que se tienen noticia se cantaban en el primer tercio del siglo XIX. Según José Blas Vega, el origen de la soleá hay que buscarlo en un antiguo baile llamado "jaleo", muy popular en Cádiz y en Jerez a principios del mil ochocientos. Este autor apoya su tesis en cuatro argumentos:
Por su parte Molina y Mairena, en su obra "Mundo y Formas del Cante Flamenco" afirman que la soleá es muy probable que surgiera de algún cante gitano para bailar y no admiten que surgiera del jaleo "por la sencilla razón de que jamás escuchamos este cante ni sabemos de cantaor fidedigno que lo interprete ni la haya oído. En cambio si es probable que derive de los cantes de jaleo, esto es, de los que se jaleaban, de los festeros". "...Resumiendo nuestra opinión: la soleá debió empezar siendo un cante para bailar, como los tangos y las bulerías. Poco a poco, a consecuencia de personalísimas matizaciones interpretativas fue transformándose en cante para cantar, esto es, independiente del baile".
Lo que, al parecer, se confirma, en la opinión de los autores citados y otros especialistas del flamenco, es que la soleá, tal como actualmente la conocemos, atravesó un proceso que se inició cuando era cante para acompañar al baile y terminó siendo cante para escuchar y, a través de ese recorrido se fue ralentizando su compás.
-horizonte flamenco-Según Pemartin, también dentro de este estilo existe lo que se ha llamado "soleariya", también de tres versos, el primero de ellos con sólo tres o cuatro sílabas. De este autor recogemos ejemplos de soleá en las tres formas en que se interpreta.
Soleá de cuatro versos o soleá grande:
Los ojos de mi morena
se parecen a mis males:
negros como mis fatigas,
grandes como mis pesares.
De tres versos o soleá corta:
Voy como si fuera preso:
detrás camina mi sombra,
delante mi pensamiento.
Y la soleariya:
Fatigas
Yo por la calle no lloro
porque la gente no diga.
El origen de la soleá, como tantas cosas en el flamenco, no está claro. En lo que sí parece que hay acuerdo entre los expertos es que las primeras soleares de que se tienen noticia se cantaban en el primer tercio del siglo XIX. Según José Blas Vega, el origen de la soleá hay que buscarlo en un antiguo baile llamado "jaleo", muy popular en Cádiz y en Jerez a principios del mil ochocientos. Este autor apoya su tesis en cuatro argumentos:
- El testimonio del folklorista Rodríguez Marín, que afirma que el alegra jaleo y la soleá casi siempre son de tres versos... se dieron la mano, acompañados de la misma música de aire ligero en las unas y lento en las otras.
- García Matos ha comprobado en antiguos jaleos, cuya notación se conserva, que tienen el carácter musical de las soleares.
- Las primitivas soleares son de tres versos y, cuando más antiguas son, se aprecia en su compás un aire más ligero y bailable.
- Testimonio casi definitivo nos lo da Pepe el de la Matrona. Nos dice que antiguamente, cuando las soleares las bailaba una mujer se llamaban "gelianas" y cuando las bailaba un hombre "jaleos". "Por tanto, no tiene nada de extraño que durante los cuarenta primeros años del siglos pasado (siglo XIX), no encontremos empleado el nombre de "soleares" y sí el de "Jaleo", mientras estuvo supeditado al baile. Hasta que por el año 1850 adquiere naturaleza propia, debido a grandes interpretaciones personales."
Por su parte Molina y Mairena, en su obra "Mundo y Formas del Cante Flamenco" afirman que la soleá es muy probable que surgiera de algún cante gitano para bailar y no admiten que surgiera del jaleo "por la sencilla razón de que jamás escuchamos este cante ni sabemos de cantaor fidedigno que lo interprete ni la haya oído. En cambio si es probable que derive de los cantes de jaleo, esto es, de los que se jaleaban, de los festeros". "...Resumiendo nuestra opinión: la soleá debió empezar siendo un cante para bailar, como los tangos y las bulerías. Poco a poco, a consecuencia de personalísimas matizaciones interpretativas fue transformándose en cante para cantar, esto es, independiente del baile".
Lo que, al parecer, se confirma, en la opinión de los autores citados y otros especialistas del flamenco, es que la soleá, tal como actualmente la conocemos, atravesó un proceso que se inició cuando era cante para acompañar al baile y terminó siendo cante para escuchar y, a través de ese recorrido se fue ralentizando su compás.
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