lunes, 6 de octubre de 2014

Bartolomé Castillejo Albañil "BARTOLOMÉ CASTILLEJO"


FLAMENCO

Bartolomé Castillejo Albañil

"BARTOLOMÉ CASTILLEJO"

BARTOLOMÉ CASTILLEJO ALBAÑIL, cantaor payo, conocido mayormente con su propio nombre artístico de BARTOLOMÉ CASTILLEJO, nació en Plasencia (Cáceres) en el año de 1933. Perteneciente a la Tertulia Flamenca La Serrana, Bartolomé Castillejo es un máximo exponente de estudioso del cante por saetas. Saetas sin melodía que se remontan al siglo XVI, cuarteleras, de Carmona, por siguiriyas e incluso de su propia creación. En este ciclo de doce espacios dedicados al arte flamenco, entiendo que era de obligado cumplimiento, como así ha sido, que el Ateneo de Córdoba, dadas las fechas en que nos encontramos, nos ofreciera uno de estos espacios dedicado a la saeta. El prestigioso flamencólogo Agustín Gómez Pérez en su libro El flamenco es vida (col. Arca del Ateneo, 1991), en uno de sus capítulos, me parece que el tercero, El flamenco sigue los ciclos naturales del arte, al hablar sobre la saeta, su origen y naturaleza, hace referencia a cuatro teorías: musulmana, judía, pagana y cristiana, llegando a afirmar que las cuatro tienen en común un modo de ser andaluz.

Sobre la teoría musulmana dice Agustín Gómez que en el noticiero granadino de 19 de agosto de 1927 escribe el emir Rahman Jizari Ibn-Kutayar de la saeta que "el origen de la música y del metro de estos sentimentales cantares hay que buscarlo en los almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga. Continúa Agustín Gómez diciendo que "no es de extrañar tal observación, Luis de Córdoba, que ha viajado recientemente a una república asiática de la URSS, venía impresionado por haber escuchado ese canto de almuédano que llenaba el espacio de una plaza pública desde un alminar". Si esos almuédanos de Ibn-Kutayar son de Córdoba, Granada o Málaga, tienen más fácil la asociación. La oración del almuédano, o la llamada a la oración, como la saeta, es un canto llano, sencillo, sin melismas, a voz en grito como corresponde a espacios abiertos. Los almuédanos de Córdoba, Granada y Málaga eran andaluces, tenían su aparato de fonación configurado por el espacio andaluz y la circunstancia, su necesidad de expresión. En cuanto a la teoría cristiana, afirma Agustín Gómez que desde enero de 1691 se atribuyen a fray Miguel de la Mora, guardián del convento de San Antonio de Padua, estas palabras: "Todos los meses del año, el domingo de Cuerda hacen misión los PP. de San Francisco al andar en vía crucis con sogas y coronas de espinas y entre paso y paso cantan saetas". El P.Sebastián de Ubrique escribe en su libro (Imprenta Divina Pastora, Sevilla, 1926) de fray Diego José de Cádiz que cantaba muy bien y era creador de saetas, que anduvo predicando sus misiones, fundó casas de religiosos y confirmó en la fe por los años 1750 y 1791. El P. fray Feliciano de Sevilla, capuchino, publicó en Granada, en 1741, su libro Luz apostólica; en él, 241 saetas diversas "para echarlas en la misión". El P. Diego de Valencina, en su Historia documentada de la saeta y los campanilleros nos dice: "Denominábanse entonces saetas aquellas coplas que los misioneros entonaban por las calles para excitar a los fieles a la piedad y al arrepentimiento".

Sobre la teoría musulmana dice Agustín Gómez que en el noticiero granadino de 19 de agosto de 1927 escribe el emir Rahman Jizari Ibn-Kutayar de la saeta que "el origen de la música y del metro de estos sentimentales cantares hay que buscarlo en los almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga. Continúa Agustín Gómez diciendo que "no es de extrañar tal observación, Luis de Córdoba, que ha viajado recientemente a una república asiática de la URSS, venía impresionado por haber escuchado ese canto de almuédano que llenaba el espacio de una plaza pública desde un alminar". Si esos almuédanos de Ibn-Kutayar son de Córdoba, Granada o Málaga, tienen más fácil la asociación. La oración del almuédano, o la llamada a la oración, como la saeta, es un canto llano, sencillo, sin melismas, a voz en grito como corresponde a espacios abiertos. Los almuédanos de Córdoba, Granada y Málaga eran andaluces, tenían su aparato de fonación configurado por el espacio andaluz y la circunstancia, su necesidad de expresión. En cuanto a la teoría cristiana, afirma Agustín Gómez que desde enero de 1691 se atribuyen a fray Miguel de la Mora, guardián del convento de San Antonio de Padua, estas palabras: "Todos los meses del año, el domingo de Cuerda hacen misión los PP. de San Francisco al andar en vía crucis con sogas y coronas de espinas y entre paso y paso cantan saetas". El P.Sebastián de Ubrique escribe en su libro (Imprenta Divina Pastora, Sevilla, 1926) de fray Diego José de Cádiz que cantaba muy bien y era creador de saetas, que anduvo predicando sus misiones, fundó casas de religiosos y confirmó en la fe por los años 1750 y 1791. El P. fray Feliciano de Sevilla, capuchino, publicó en Granada, en 1741, su libro Luz apostólica; en él, 241 saetas diversas "para echarlas en la misión". El P. Diego de Valencina, en su Historia documentada de la saeta y los campanilleros nos dice: "Denominábanse entonces saetas aquellas coplas que los misioneros entonaban por las calles para excitar a los fieles a la piedad y al arrepentimiento".

Recuerdo una noche de Domingo de Ramos, en la calleja que une Puerta del Rincón con la plaza del Conde de Priego, a la entrada en Santa Marina de la Hermandad de los Gitanos que, de forma espontánea e inesperada vivíamos un momento mágico. Habíamos salido a ver las procesiones varios matrimonios, entre nosotros se encontraba Ángel Marín, experto flamencólogo y una autoridad sobre las saetas, coautor con Melgar Reina del libro Saetas, pregones y romances litúrgicos cordobeses, que durante muchos años ha cantado saetas, sobre todo a la Virgen de los Dolores. Le pregunté si pensaba cantar y me contestó negativamente. Yo sé que los artistas tienen su momento y no insistí. Esperamos la llegada de la Hermandad y al poco rato, en la acera de enfrente descubro la presencia de Bartolomé. También le pregunté sobre sus intenciones y me contestó con un lacónico "ya veremos". Pero pronto se desvanecieron mis dudas. Nada más hacer acto de presencia el paso del Cristo, Bartolomé cantó una saeta. Ángel Marín se sintió y cantó otra. Quien les habla recitó una poesía. Y el ambiente subió de tono, cuando al llegar el paso de la Esperanza el capataz dio la orden de "¡Pararse ahí!". La saeta cuartelera emergió de acera a acera en aquella noche primaveral para clavarse en el rostro de la Virgen intentando beber sus lágrimas de dolorosa. Otra saeta, otra poesía, más saetas, más poesías. Fue un momento mágico y fervoroso que surgió de forma inesperada. Han pasado ya muchos años y en nuestras vidas también han ocurrido muchas cosas. Pero cada Domingo de Ramos recordamos aquel momento único e irrepetible que tuvimos la suerte de vivir. Pero ya es hora de que escuchen a nuestro artista, que esta noche nos hará un adelanto de lo que podremos vivir en las calles de Córdoba la próxima semana. El amigo Bartolomé Castillejo va a cantar una serie de saetas antiguas, empezando con una saeta sin melodía del siglo XVI. Y como no puede ser de otra manera, ya que es flamenco, al final cantará una saeta por seguiriyas, para terminar con otra saeta, creación suya, que está basada en la saeta antigua. A esta saeta, cuando se la presentó en el Conservatorio a su profesor, el catedrático de Guitarra Flamenca don Manuel Cano, este le hizo el acompañamiento musical. Ángel Mendieta Baeza. Venero Flamenco en Bodegas Campos, (col. Arca del Ateneo, 2007).
-El arte de vivir el flamenco-

Pinchar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=xRAZICYjcZY
Soleares de Córdoba. Guitara de José Antonio Díaz

http://elartedevivirelflamenco.com/audio/SaetaBartolomeCastillejo.wma
Saeta

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