jueves, 13 de febrero de 2014

Felipe Scapachini Torres "FELIPE SCAPACHINI"


FLAMENCO

Felipe Scapachini Torres


"FELIPE  SCAPACHINI"

 

FELIPE SCAPACHINI TORRES, cantaor payo, más conocido con el nombre artístico de FELIPE SCAPACHINI, nació en Cádiz en el año de 1945. El 25 de febrero de 1954, cuando solo contaba con 9 años de edad, actúa en el Gran Teatro Falla, junto a acreditados artistas de la época, entre los que destacamos a Paco del Solano, Niño de la Rosa, Cojo Peroche, Niño de la Viña, etc.… La cartelera lo anunciaba bajo la siguiente forma curiosa “Felipillo Scapachini, cantaor en miniatura

Es un claro continuador de la más antigua escuela gaditana de cante, por lo que en sus ecos se perciben los sones de Aurelio Sellés, Manolo Vargas, Antonio el Herrero, Pericón, la Perla y Chano Lobato. Ha trabajado también acompañando al baile de diferentes artistas de Cádiz y recientemente obtuvo el premio del Concurso Nacional de Alegrías que se organiza en su tierra

Artísticamente se curte en la “Cueva del pájaro azul”, en la cual quedó en 1960 finalista en el concurso de cante flamenco, organizado por la citada entidad. Felipe desarrolla toda su vida cantora en su Cádiz y Provincia y es a partir de 1979 cuando comienza a obtener numerosos premios, tanto como cantaor de “a´lante” como acompañando al baile.

FELIPE SCAPACHINI CANTAOR
«Sinceramente vivo muy a gusto en Cádiz y no tengo preferencia por viajar»
Felipe Scapachini es gaditano, mecánico de motos y aficionado al flamenco de los de 'toda la vida'. Ha sido premiado en numerosos concursos de cante flamenco, y ha colaborado en varias grabaciones de otros artistas. Anoche participó en los Jueves Flamencos en el Baluarte de la Candelaria.
¿Un momento para recordar?
Siempre tengo el recuerdo de mi padre y mi madre, aunque ya no los tenga.
¿Complete la frase: «Yo para ser feliz quiero?...
Tener mucha salud, me conformo con eso.
¿Un vicio confesable?
El flamenco.
¿Un viaje pendiente?
Sinceramente vivo muy a gusto en Cádiz y no tengo preferencia por viajar. Está muy bien eso de ver sitios, pero en Cádiz se está mejor.
¿Cuál es su receta para la felicidad?
Lo mejor para que todos fuésemos felices sería que en Cádiz, y en todos lados, hubiese trabajo y no hubiera tanta guerra.
¿No pasa un día sin que?...
Sin darle gracias a Dios de poder ver la luz del día y la felicidad de mi familia; en fin, agradecer un día y una oportunidad más.
¿A qué pregunta no respondería nunca?
A aquellas que no se puedan responder.
¿Qué haría si no pudiera cantar?
No me lo planteo, porque lo poco o mucho que lo practico (aunque no en mi vida profesional) no me permite ponerme en esa situación.
¿Qué cante le pondría a su vida?
Por supuesto, el cante por alegrías.
¿Anime a la gente a que escuche su música?
En Cádiz hay mucha gente que le gusta este tipo de cante, por ejemplo, anoche que actuamos en el recinto del Baluarte de la Candelaria, un lugar precioso, siempre animamos a todos los aficionados del flamenco a que vengan
 GEMA GÓMEZ
Scapachini, magisterio en los cantes de Cádiz
Una mano la llevó al pecho, la diestra brindó el fraseo al público, y la garganta hizo su trabajo voceando Cádiz por los cuatros costados. El cantaor Felipe Scapachini demostró su magisterio en los palos gaditanos la anoche en el ciclo Diálogos del flamenco. No fue el único representante de los cantes de la tierra. La joven Adeli del Mojarrita fue la encargada de abrir el recital para el que se dieron cita un buen número de aficionados en el centro que se erige en el corazón del Barrio de Santa María. Y cómo olvidar al maestro Adriano Lozano. El tocaor isleño jugó un papel crucial con falsetas magníficas y derroche de compás. La del Mojarrita hizo gala de un torrente flamenco que brilló sobremanera en los tangos. Picados, cadentes, ondulados. Como su voz. Comenzó por romeras, un poco fría quizás, pero a medida que avanzó el recital se fue metiendo en verea. Así acometió una soleá bastante digna y unos fandangos brillantes, especialmente los que regaló en pie y a capella. Felipe llegó, vio y venció. Cada vez que abrió la boca lo hizo para acordarse de Cádiz. Y de las mujeres, a las que dedicó su actuación en día tan señalado. Sus metales naturales lo llevaron sin remedio a la malagueña, palo complicado que domina a base de quejas largas y caras. Lozano se lució en creatividad y rasgueos emocionantes. Scapachini bordó la soleá, balbuceó cadente, y pegó  en las entrañas. Seguidamente, apostó por los tientos. Suaves, marineros, de letras que aluden al Barrio. Cómo no, los remató con una pincelada por tangos. Y dijo la alegría, como se dice en Cádiz: templadas, con arte y al compás.  Y sin descanso, la malagueña. Momento emocionante siguió al minuto. Felipe se puso en pie y, con mucho respeto, caminó por los senderos arrebatados de la zambra. ¡Qué belleza y señorío el del cante! ¡Qué pasión la de las cuerdas de Lozano! Por fiestas para concluir. Y una última genialidad por fandangos.
Martes, 13 de Noviembre de 2007. Tamara García
-El arte de vivir el flamenco-
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