martes, 4 de junio de 2013

Francisco Escudero Marquez "EL PERRETE"


FLAMENCO

Francisco Escudero Marquez
"EL PERRETE"

Francisco Escudero Marquez. Nació en el año 1992. Cantaor flamenco de nombre artístico "El Perrete" Comenzó a formarse, en la escuela de Cristina Heren de Sevilla. El Perrete, apodo que le viene porque "canto tumbao en los ensayos, aunque en el escenario es otra cosa", explicó. Canario radicado en Badajoz, hijo y nieto de cantaoras, se define con los cantes por soleá, seguirillas y acaba de ganar el VI Concurso de Fandangos de Oliva de la Frontera.
  • 9 feb 2013
  • Hoy
  • Mª ISABEL RODRÍGUEZ PALOP
  • @mipalop

«El baile te obliga a acompañarte a ti mismo»

Francisco Escudero Márquez Cantaor

En abril prepara su primer espectáculo propio ‘Porrina, en mis sentíos’. Una producción con artistas extremeños. Esos con los que este jovencísimo cantaor se codea cada fin de semana en cada ‘colmao’ que quiera escucharle y en donde aprende de todos, como él mismo nos asegura: «desde el bailaor hasta el percusionista». ‘Porrina, en mis sentíos’ llegará el 12 de abril al Teatro Municipal de Montijo junto a los bailaores Eva Soto y ‘El Peregrino’, las guitarras de la Familia Vargas y Perico de la Paula, la percusión de ‘El Musi’ y junto al cantaor, Paquillo ‘El Levita’, «los dos solos sobre el escenario», nos asegura. Francisco Escudero Márquez (Lanzarote, 1992) viene acompañado de su padre a esta entrevista, pero ‘El Perrete’, su nombre artístico, necesita poca compañía para defender su propio camino artístico. El que va labrando poco a poco, con la minuciosidad que se puede apreciar, en su propio cante. –¿Por qué Montijo? –Es una idea que surgió a raíz de las redes sociales y del whattshap. Estaba moviendo mi actuación en el Mesón Monsara y uno de los mensajes le llegó al concejal de Montijo, que me propuso ‘hacer flamenco’. Me ofreció una clase de facilidades que me interesaron y mucho, como la posibilidad de poder grabar el concierto en directo y posteriormente editar un pequeño cortometraje. A raíz de ahí pretendo moverlo entre la gente que me rodea, y la propia que esté ahí presente. –¿Tiene miedo? –Sí, la verdad, bastante, pero creo que es necesario y más en el momento en el que estoy. El título lo veo apropiado sobre todo siendo extremeño, y siendo joven... Hasta que uno no ve la luz, no se decide, pero más que miedo lo que siento es incertidumbre. Estoy seguro de lo que quiero hacer, y además me siento bastante arropado. Lo hago por eso, porque mucha gente me está apoyando en el flamenco, en el conocimiento de los artistas antiguos. –Estuvo en Israel hace unos meses colaborando con un grupo, ¿qué sintió? –Sentí mucha alegría, ¡fue un sueño cumplido! Eso de coger un avión e irme a cantar fuera de España e irme a otro lugar..., sentí alegría y miedo. Fue de un día para otro. Me estaba preparando para irme al concurso de la soleá de Alcalá, y decidí embarcarme. Mira, me salió bien. – ¿Qué hace un canario metido a cantaor flamenco? –Mi padre es de Badajoz, mi madre gallega y siempre hemos vivido aquí. Me vine con meses. Me contaron que tanto mi bisabuela y abuelo cantaba para ellos, eran aficionados, y claro, esa vena ha llegado a mi, y por eso un canario, que en verdad lo soy porque nací en esa tierra pero criado aquí, canta flamenco. Mis padres en cambio no cantan. Nada, ni Badajoz ni Galicia... – ¿Cómo descubrió esa ‘vena flamenca’? –Al principio no fue flamenco, flamenco. Fue desde los 15 años cuando supe lo que eran, por ejemplo, los fandangos. Empecé a escuchar a Camarón como todos los jóvenes, luego me entró el ‘veneno’ del Porrina de Badajoz, y María Isabel, ese ‘veneno’ ya no sale..., yo antes cantaba pero no flamenco puro, no sabía ni lo que era una soleá.. , ahora me sorprende cuando escucho discos de José Mercé, por ejemplo, porque los oía pero cuando no sabía lo que eran los cantes puros, ni siquiera quien era Moraíto..., ¡si yo esto lo escuchaba con 12 años!, o sea, que me he sorpendido a mí mismo descubriendo que desde el principio escuchaba cante, cante ‘de verdad’. Mi padre me decía: qué, ¿volviendo atrás, no? – ¿Qué le une a ‘El Peregrino’? –Mi tío es su hijo, y de siempre he estado en su casa. Allí he compartido algunos momentos que me han marcado personal y profesionalmente. Me ligué mucho a su entorno, y además, esa ha sido una de las fuentes de mi inspiración, de mi aprendizaje. Escuché y vi muchas cosas. Aprendí lo que se estudia, y también lo que no. Lo que sale ‘de por sí’. ‘El Peregrino’ me ha aportado mucho, mucho. – El 1º Premio de su carrera, se lo otorgó la Peña Cultural Flamenca ‘Vicente Amigo’ de Oliva de la Frontera con unos fandangos... –Si, para mí fue una alegría muy grande por el momento también, en el que llegó porque ahí se abrió un camino más «en serio», e hizo que yo tomara una decisión: que quería que eso, que mi carrera en el flamenco, fuera más contundente. Hizo mella en que yo me esforzara más, fue como un sueño. Cuando me vi con ese primer premio en las manos no me lo creía, ¡esto no me puede pasar a mi!. Fue un momento muy emotivo el que vivimos, la verdad. – ¿Por qué le han marcado tanto los fandangos? –Me han marcado desde el principio, desde que me metí en el mundo del flamenco. Aparte de que los fandangos era lo que le escuchaba a mi abuelo, los llevo muy marcados porque comencé con estos cantes a los dieciocho años. Creo que se me dan bastante bien. También es cierto que como el concurso en sí giraba en torno a estos cantes, yo me los estuve preparando tratando de asimilarlos de una forma más profunda. Por eso me presenté. Yo por fandangos estoy muy seguro, con otros tengo mas o menos seguridad, pero es verdad, es un cante con el que me siento muy seguro. Después de estudiar los fandangos de Vallejo, los de Huelva, los de Caracol con ellos, de la forma más humilde me presenté, y sonó la campana. – ¿No cree que es la prueba de que las peñas flamencas, en ocasiones, son algo más, que un escenario ‘de oportunidades’? –Desde luego. No sólo las peñas, también sus miembros. Yo tengo mucho que agradecerle a Jorge Montero de Espinosa. Fue él quien me cogió y me dijo: canta por aquí, por allí..., se preocupó de mí y me dio un lugar para poner en práctica lo que yo quería, que era cantar y cantar, con medianamente una seguridad, y ahí aportó su granito de arena. – ¿Qué significó en su carrera la beca Porrina que otorga la Diputación de Badajoz? –Fue un incentivo para ayudarme en mi carrera e irme fuera a estudiar. Me fui a Cristina Heeren. Allí tuve la suerte de conocer a grandes profesionales, artistas y buenas personas como Virginia Gámez, Ana Gómez, Javier Ribera...etc. La convivencia fue muy buena. Aprendías tanto en la escuela, como en las casas y los pisos de uno y de otros. Tanto guitarristas, como los cantaores nos decíamos: este cante, este otro cante..., lo más bonito en esta profesión es aprender de los compañeros. Aprendíamos uno de los otros, y luego llegabas a la escuela y los profesores nos corregían, veían nuestras facultades. Ahí vi yo también ese otro ramal del flamenco, que es el cante para el baile. – ¿Qué cosas ve en el baile? –El dominio del ritmo exquisito, sobre todo a la hora de estar tranquilo y el poder dominarte tu. Sentarte y dominarte con tu palma a la hora de seguir ‘a’lante’ porque eso es lo que te obliga y te enseña el baile. El baile te obliga a acompañarte a ti mismo. Eso, cuando llevas un tiempo como cantaor se nota en la soltura, en la destreza, en las formas de cantar porque, ¡también te cambia la forma de cantar!. Te da otras visiones a la hora de ejecutar los cantes.

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