jueves, 17 de mayo de 2012

Aquella amarga historia de amor entre Pastora Imperio y Rafael el Gallo



Rafael Gómez 'El Gallo' y Pastora Imperio.

FLAMENCO

Aquella amarga historia de amor entre Pastora Imperio y Rafael el Gallo

Manuel Bohórquez


Con el dinero que lleva gastado Canal Sur Televisión en la serie Arrayán y en pagar a los “asesores” que han tenido que enchufar por orden política -alguien debería investigar esto último, por cierto-, se podrían haber hecho diez buenas series sobre diez grandes artistas andaluces del flamenco, la copla, el toreo, el cine o el teatro. La vida de la gran Pastora Imperio, por ejemplo, sería una serie que batiría todos los récords de audiencia. Pastora Rojas Monge, bautizada como Pastora Imperio por Jacinto Benavente cuando la vio bailar en Madrid la primera vez (“Esta Pastora vale un imperio”), era de la sevillana calle Confitería, del número 52, donde vino al mundo el 16 de abril de 1885. Nació, pues, en la Alfalfa y a escasos metros de donde lo hicieron Silverio Franconetti y el torero El Espartero. Su madre, Rosario Monge Monge La Mejorana, quizá la mejor bailaora de Cádiz de todos los tiempos, se afincó en Sevilla siendo una adolescente para bailar en los cafés cantantes más célebres de la época, como fueron los de El Burrero y Silverio. La Mejorana era una muchacha tan guapa que mareaba al mirarla, con unos ojos hermosísimos y una figura sin parangón entre las bailaoras de entonces, la mayoría de ellas rollizas. Nada más bailar en El Burrero por alegrías, con aquellos meneos de caderas que dicen que regalaba a los clientes y un movimiento de brazos desconocido hasta entonces en Sevilla, dos apuestos sevillanos se propusieron conquistarla: el torero Fernando el Gallo y el sastre Víctor Rojas. Fue el sastre quien acabó conquistando a la guapa bailaora, aunque dicen las lenguas de doble filo que antes fue amante del padre de Joselito el Gallo. Lo cierto es que La Mejorana y Víctor Rojas comenzaron una relación y que de ese romance, que fue muy sonado en la conservadora Sevilla de entonces, vino al mundo Pastora Rojas Monge, la universal  Pastora Imperio. Fue hija de padres solteros, aunque algunos insistan en que el sastre y la bailaora estaban casados cuando nació Pastorita. No lo estaban. Y no es que tengamos nada en contra de los padres solteros, sino que no se puede ocultar nunca la verdad.
Partida de nacimiento de Pastora.
Partida de bautismo de Pastora Imperio. Es todo un libro. Abril de 1885.
El famoso sastre de toreros enamoró a la bailaora gaditana y ambos fabricaron a la hermosa niña de los ojos verdes, seguramente en una noche de pasión desenfrenada, pero luego no se casó con ella. De hecho, en un padrón de vecinos aparecen viviendo juntos en el domicilio familiar del sastre, constando la célebre artista como miembro del servicio doméstico. Al sastre le daba vergüenza hacerla su esposa, decirle a Sevilla que era la mujer de su vida, la madre de su hija. En otro padrón, de 1895, están viviendo en solitario Víctor Rojas y Pastora Rojas Monge, rezando él como soltero. Pastorita tenía ya 10 años. La Mejorana vivía separada de los dos, ocupándose de su otro hijo, Víctor Rojas Monge, el que luego sería gran guitarrista. La relación entre el sastre y la bailaora no fue precisamente un lago en calma, sino un mar embravecido. Emigrar a la capital de España fue una buena manera de comenzar a ser una familia unida. La Mejorana había visto bailar a su niña en fiestas y no se lo pensó dos veces. Se instaló en la calle Aduana, encima de la academia de Isabel Santos, y allí empezó todo. Por otra parte, al sastre le diagnosticaron un tumor que solo en Madrid podría tener arreglo. Y así fue como hace más de ciento diez años aterrizó Pastora Imperio por la capital de España para, en seguida, abrir una nueva etapa para el baile andaluz y para el flamenco en general. Llegaron los éxitos, el dinero y la fama. Y también el amor. Cuando Pastora tenía 19 años y era uno de los seres humanos más bellos del mundo, una tarde conoció a Rafael el Gallo en el Café Novedades de Sevilla y hubo un gran flechazo entre el torero y la bailaora. La Mejorana se atacó de los nervios porque, entre otras razones, sabía de quién era hijo el joven y apuesto matador de toros que bebía los vientos por su niña.
Rosario la Mejorana.
Rosario la Mejorana.
Hubo disgustos familiares y habladurías en Sevilla para parar un barco, pero Rafael el Gallo y Pastora Imperio se habían enamorado y se escaparon a Madrid para hacer sus vidas, para dar rienda suelta al desenfreno, a la pasión, como años antes hicieron Fernando el Gallo y Gabriela Ortega Feria ante la negativa de los Ortega de Cádiz a que unieran sus vidas. La Mejorana, que era de armas tomar, se montó en un tren y organizó la boda de los enamorados, a pesar de la enfermedad de Víctor Rojas. El alarmante estado de salud del cabeza de familia hizo que se anticipara el enlace llevándose a cabo sin invitados ni boato alguno en la capilla reservada de la madrileña Parroquia de San Sebastián, con el torero Minuto como padrino y La Mejorana como madrina, y algunos familiares. La mayoría de los periódicos y revistas del país se hicieron eco de la boda entre el torero y la folklórica, celebrada el 20 de febrero de 1911. Sin embargo, y aunque no se acabó el amor en la pareja, a los pocos meses llegó la inesperada separación y cada uno hizo su vida. “Aquello fue como una borrasca”, declararía la artista sevillana años después a El Caballero Audaz.
Que se hunda el mundo.
Que se hunda el mundo.
Hay quienes dicen que nunca se dejaron de amar, que se quisieron toda la vida, que se les cambiaba el color de la cara cuando se encontraban en alguna fiesta o teatro. También dicen las malas lenguas que se separaron cuando descubrieron que eran hermanos de padre -hijos de Fernando el Gallo-, pero son solo habladurías del pueblo. Los terribles celos del torero, quizá una pasión mal controlada, las rarezas del genio y la enorme personalidad de la bailaora dieron al traste con una de las historias de amor más amargas de Sevilla, la que protagonizaron hace un siglo un torero de arte, Rafael el Gallo, y una bailaora con los ojos verdes que hablaba con Dios cada vez que se enfundaba una bata de cola y levantaba los brazos hasta rozar el piquito de la Giralda con las yemas de sus dedos. Y Canal Sur gastándose nuestro dinero en Arrayán. Andalucía no tiene arreglo.
Padrón de Rosario la Mejorana y su hijo Víctor en la Alameda de Hércules de Sevilla. Tenía 50 años y ya aparecía viuda.
Padrón de Rosario la Mejorana y su hijo Víctor en la Alameda de Hércules de Sevilla, en la calle Correduría. Tenía 50 años y ya aparecía viuda. Hija de José y Dolores, sabía leer y escribir. Y hasta firmar. La bailaora murió en Madrid el 13 de enero de 1920.

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