La guitarra flamenca llora la muerte del sevillano Enrique de Melchor
FLAMENCO
La guitarra flamenca llora la muerte del sevillano Enrique de Melchor
-Manolo Bohórquez-
El artista sevillano fallece en la Clínica La Luz de Madrid a los 61 años como consecuencia de un cáncer
La luctuosa noticia corría ayer por las redes sociales del mundo como un reguero de pólvora. El flamenco se ha vuelto a retorcer de dolor por la muerte de otro de los grandes de nuestra música, el gran guitarrista marchenero Enrique Jiménez Ramírez, conocido en el mundo entero por el sobrenombre artístico de Enrique de Melchor, que falleció en la mañana de ayer en Madrid como consecuencia de un cáncer a la edad de 61 años.
Según pudimos saber por parte de uno de sus compañeros, Antonio Carrión, el artista fue operado hace cuatro años de cáncer de vejiga, de cuya intervención había quedado estupendamente. Pero hace unos días se encontraba en su guitarrería madrileña, sintió dolores de espalda y se fue a la Clínica La Luz, donde también murió Enrique Morente hace poco más de un año. Allí le confirmaron que se le había reproducido el cáncer y que debido a la metástasis le había invadido el cuerpo. Todo ha sido rápido, como ocurre casi siempre con esta terrible enfermedad.
Tremendo mazazo nada más entrar el año nuevo, cuando apenas estábamos recuperándonos del de Enrique Morente. Enrique de Melchor era una gran figura de la guitarra y uno de esos artistas que dejan huella. Hijo del también guitarrista sevillano Melchor de Marchena, se hizo guitarrista aprendiendo de su propio padre y de otros grandes maestros, convirtiéndose muy pronto en una primera figura de la sonanta que reclamaron los más grandes cantaores, comoMairena, Lebrijano o Menese, o Rocío Jurado en el mundo de la copla, entre otros muchos.
Ha sido de los más completos de los últimos tiempos, pues a su calidad de acompañante unía también su talento a la hora de componer su propia música flamenca, que ha registrado en discos que serán su mejor legado artístico. Obras como Confidencias, Hechizo, Cuchichí y Arco de las Rosas serán una referencia para futuros guitarristas. Es parte de la obra de un guitarrista que tiene registradas un centenar de piezas en la SGAE.
Enrique de Melchor había nacido el 15 de julio de 1950 en la localidad sevillana de Marchena, donde vivió hasta los 12 años. Recibió su primer rayo de luz en el seno de una familia de artistas gitanos, con nombres como La Jilica, El Cuácua, Miguel de Marchena y el Bizco Melchor. Su propio padre, el gran Melchor de Marchena, uno de los mejores guitarristas flamencos de todos los tiempos, se encargó de transmitirle el arte de tocar la guitarra, aunque aprendió de muchos otros artistas.
Comenzó a tocar en Los Canasteros, el tablao de Manolo Caracol, cuando solo era un adolescente de 15 años y en este local fue donde lo descubrió Paco de Lucía, con quien giró por el mundo siendo muy joven. Se dio a conocer muy pronto y lo reclamaron muchas de las primeras figuras del cante, Antonio Mairena entre ellas.
Encontró enseguida un hueco en los festivales de verano de Andalucía, donde era frecuente verlo acompañando a José Menese o Lebrijano, lo que le valió para ser reconocido por la Cátedra de Flamencología de Jerez y el Festival de las Minas, que le concedió su Castillete Minero.
Pero además de ser un enamorado de la faceta de acompañamiento, Enrique de Melchor sintió desde siempre una especial atracción por la guitarra de concierto y en esta especialidad nos ha dejado obras de un gran valor artístico, que dejan claro su gran talento a la hora de componer desde un gran respeto a las raíces. En todos sus discos en solitario destaca por un sello muy personal y una flamenquería extraordinaria, combinación que lo consagrará en uno de los concertistas más flamencos, sobre todo como un creador de falsetas originalísimas y de gran sabor.
La terrible noticia ha conmocionado al mundo del flamenco, como no podía ser de otra manera, a pesar de que estaba algo olvidado, de lo que se lamentaba en privado siempre que podía. La mayoría de sus compañeros conocían su enfermedad pero confiaban en un milagro. Es el caso de Diego el Cigala, quien ha declarado: "Estuve con él hace poco tiempo en Casa Patas, en Madrid, donde lo vi malito, pero no imaginé que le quedara tan poco tiempo de vida".
Enrique de Melchor se sentía desplazado y muy maltratado injustamente, lo que le animó a abrir una tienda de guitarras en la capital de España, donde vivía desde hacía décadas. La guitarra era su gran pasión y a ella se había dedicado toda su vida, desde muy niño. De hecho, y a pesar de su delicado estado de salud, acababa de grabar un disco con el buen cantaor pacense Guadiana.
El artista será enterrado hoy en la capital de España, donde ha vivido casi toda su vida y donde era muy apreciado por artistas y aficionados, que han destacado siempre de él su categoría humana, sencillez y humildad. Pero si hay que destacar ahora algo de tan notable artista sevillano, además de su reconocida calidad como persona, es su gran talento musical y una enorme capacidad de trabajo. Ahí está su obra discográfica, que es la que lo colocará en el lugar donde debió estar en vida.
ENRIQUE DE MELCHOR. "Danza de los gitanos" Jardines de Sabatini 2010.
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