El doble de Camarón
FLAMENCO
El doble de Camarón
El periodista Francis Mármol traza un minucioso retrato de las peripecias malagueñas del inmortal cantaor isleño
Seguimos recordándolo, añorándolo, 20 años después de su muerte. Al parecer, antes de tener un ciento, miles, Camarón tuvo un doble. Uno que se crió profesionalmente en Málaga, que dio sus primeros pasos artísticos en Torremolinos y de la mano de Miguel de los Reyes, que llevo a cabo sus giras con Mariquilla cuando esta residía en Málaga y que compareció, la mayoría de las veces de las que estaba anunciado y muchas otras en las que no, en la Taberna Gitana de la capital de la Costa del Sol. Fue en este último local donde más alternó con uno de sus maestros de cante, Antonio el Chaqueta, del que tomó no pocos trabalenguas y coletillas para sus cantes festeros y al que homenajeó en una de sus soleares más impactantes. Y es que esta historia de Camarón en Málaga recoge otras historias, otros nombres, otras personalidades y vivencias del flamenco en Málaga: El Tiriri, Fernanda, Porrinas, El Carrete, Tomatito. Porque fue en la malagueña Taberna Gitana donde se produjo este encuentro fundamental para la música del siglo XX, Camarón y Tomate, en 1974. El Chino, camaronero de pro y cantaor personal, que se marchó antes de lo que esperábamos. Remedios Amaya, que vivió una larga temporada en la calle Sevilla de Málaga, etcétera. También artistas no flamencos como el taxista Miguel el Madrona, Carapalo, José María Heredia, El Joyero, Salvador Fernández, El Cheri, etcétera. La pequeña y la gran historia.
Hay tantos camarones como seres humanos, y Francis Mármol nos ofrece el suyo, malagueño de pro y confeccionado de viva voz, de testimonios, a través de una indagación en la prensa malagueña, entre el 64 y el 92, con citas convenientemente documentadas y anotadas, y con 40 nuevas entrevistas. No falta también el recurso creativo, cuando la realidad así lo demanda, sea en forma de una imaginaria carta del cantaor a su madre, que nos sitúa en el presente de su circunstancia vital del momento, o esa deliciosa viñeta de una noche en El Cortijillo, a la luz de la memoria de Paco Pruna. De manera que el límite entre el reporterismo y la creación literaria pura queda convenientemente marcado, para evitar equívocos. Como debe ser. Mármol aúna el instinto de sabueso periodístico con el don de la narración imaginada. El primero, para serlo de calidad, como es el caso, debe ir de la mano de la realidad histórica, mientras que el segundo es en la pedantería de los nombres y los adjetivos donde puede despeñarse. La clave es sencilla: tener muy claros los límites exactos entre ambos, como hace nuestro autor. A Mármol no se le ha pasado nada por alto: ni un recital en una peña, ni una juerga de fin de semana. Hasta sus cantes en la cárcel de Málaga retumban en esta obra. Hasta su último concierto en La Malagueta, dos años antes de su muerte. Todo Camarón en Málaga está en este libro, tan minucioso como bello, claro y azul de tanto mar, de San Fernando a Málaga, el Mediterráneo. Mármol va desgranando, a su forma, la biografía oficial, de Camarón y del flamenco de la época, con el detalle de las peripecias malagueñas de su biografiado, de forma que el retrato en primer plano se entienda contra el paisaje de fondo. Y es por eso que este libro, con la excusa de un Camarón, el de Málaga, nos ofrece el doble. El doble de Camarón, ¿alguien da más?
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