LOS PALOS Las Bulerías (I)
FLAMENCO
LOS PALOS
Las Bulerías (I)
Anselmo González Climent, autor de conocidas obras sobre temas de flamenco, calificó a las bulerías como "piedra de toque de los flamencos", llegando a decir de este estilo que "quizá sea el único cante que necesita para su entera comprensión un tránsito completo a lo largo del resto del repertorio flamenco". La opinión de González Climent, en el sentido en que se ha expresado, no es única, bien al contrario, entre los especialistas el criterio que predomina es el de reconocer el enorme mérito y la dificultad de este cante.
Sobre la etimología de la palabra bulería existen multitud de hipóteis. Para Manuel Rios Ruiz bulería quiere expresar "bullería", al considerarlo un cante bullicioso por su ritmo ligero y redoblado compás, argumentando que si se dice bulería en vez de "bullería" tal vez obedezca a la dificultad del pueblo andaluz y, sobre todo, del pueblo gitano-andaluz, para pronunciar algunas consonantes.
La opinión de Ricardo Molina se inclina por la relación que hubiese tenido la palabra bulería con "bolería", que proviene de "bolero", y podría haber designado a cualquier cante para bailar. No está de acuerdo este autor en hacer derivar el término citado de "burla", "burlería", "bulo", en base, según su opinión, a que las primitivas manifestaciones de este cante, por su pureza, gracia y sencillez son algo serio. Esta tajante afirmación de Ricardo Molina va en contra de la opinión más generalizada que defiende, precisamente, el criterio de que bulería viene de "burlería", por suponerlo un cante de burla. Y en este sentido se han manifestado Rodríguez Marín, Blas Vega y otros conocidos estudiosos del flamenco.
Con relación al origen de este cante, es casi unánime la opinión de que las bulerías nacieron de las soleares o, más exactamente, del estribillo o cola con el que solía rematarse las soleares y, más concretamente, al remate con el que terminaba las soleares el cantaor jerezano "Loco Mateo". Se reconoce a Jerez como la cuna de las bulerías y, más concretamente según Blas Vega, se empezaron a cantar por los habitantes de las calles Nueva y Cantarería del Jerezano Barrio de Santiago.
Se afirma por la mayoria de los estudiosos del flamenco que las bulerías no aparecen hasta la segunda mitad del siglo XIX. Manuel Ríos Ruíz nos dice que no se encuentra ninguna referencia escrita de la bulería a lo largo del siglo XIX y se remite a "Demófilo" y a su libro "Coleccón de Cantes Flamencos", publicado en 1881, para señalar que en la popular obra no se cita a la bulería al referirse a los distintos cantes. Sí se alude en el libro citado a "una serie de tonadillas llamadas alegrias y juguetillos", que se consideraban comprendidos dentro del ámbito del cante flamenco.
Reforzando la generalmente admitida paternidad jerezana de la bulería, Manuel Ríos Ruíz se refiere a la posible primera grabación discográfica de este estilo que, con el título de "Bulerías Jerezanas", se realizó aproximadamente en el año 1910, aunque estas bulerias no las grabó un jerezano, sino el trianero Pepe el de la Matrona.
La bulería es un cante con copla, por lo general, de tres o cuatro versos octosílabos. Con frecuencia se emplea como remate o estribillo de otros estilos, generalmente la soleá. Dada su flexibilidad, como ya hemos dicho, cualquier letra entra por bulerias; por ello su repertorio puede ser inagotable. Como ejemplo de letras conocidas de bulerias pueden citarse:
Sobre la etimología de la palabra bulería existen multitud de hipóteis. Para Manuel Rios Ruiz bulería quiere expresar "bullería", al considerarlo un cante bullicioso por su ritmo ligero y redoblado compás, argumentando que si se dice bulería en vez de "bullería" tal vez obedezca a la dificultad del pueblo andaluz y, sobre todo, del pueblo gitano-andaluz, para pronunciar algunas consonantes.
La opinión de Ricardo Molina se inclina por la relación que hubiese tenido la palabra bulería con "bolería", que proviene de "bolero", y podría haber designado a cualquier cante para bailar. No está de acuerdo este autor en hacer derivar el término citado de "burla", "burlería", "bulo", en base, según su opinión, a que las primitivas manifestaciones de este cante, por su pureza, gracia y sencillez son algo serio. Esta tajante afirmación de Ricardo Molina va en contra de la opinión más generalizada que defiende, precisamente, el criterio de que bulería viene de "burlería", por suponerlo un cante de burla. Y en este sentido se han manifestado Rodríguez Marín, Blas Vega y otros conocidos estudiosos del flamenco.
Con relación al origen de este cante, es casi unánime la opinión de que las bulerías nacieron de las soleares o, más exactamente, del estribillo o cola con el que solía rematarse las soleares y, más concretamente, al remate con el que terminaba las soleares el cantaor jerezano "Loco Mateo". Se reconoce a Jerez como la cuna de las bulerías y, más concretamente según Blas Vega, se empezaron a cantar por los habitantes de las calles Nueva y Cantarería del Jerezano Barrio de Santiago.
Se afirma por la mayoria de los estudiosos del flamenco que las bulerías no aparecen hasta la segunda mitad del siglo XIX. Manuel Ríos Ruíz nos dice que no se encuentra ninguna referencia escrita de la bulería a lo largo del siglo XIX y se remite a "Demófilo" y a su libro "Coleccón de Cantes Flamencos", publicado en 1881, para señalar que en la popular obra no se cita a la bulería al referirse a los distintos cantes. Sí se alude en el libro citado a "una serie de tonadillas llamadas alegrias y juguetillos", que se consideraban comprendidos dentro del ámbito del cante flamenco.
Reforzando la generalmente admitida paternidad jerezana de la bulería, Manuel Ríos Ruíz se refiere a la posible primera grabación discográfica de este estilo que, con el título de "Bulerías Jerezanas", se realizó aproximadamente en el año 1910, aunque estas bulerias no las grabó un jerezano, sino el trianero Pepe el de la Matrona.
La bulería es un cante con copla, por lo general, de tres o cuatro versos octosílabos. Con frecuencia se emplea como remate o estribillo de otros estilos, generalmente la soleá. Dada su flexibilidad, como ya hemos dicho, cualquier letra entra por bulerias; por ello su repertorio puede ser inagotable. Como ejemplo de letras conocidas de bulerias pueden citarse:
En un cuartito los dos,O esta otra:
veneno que tu me dieras,
veneno tomara yo.
Tengo un novio relojero;y, finalmente, una que se adelantaba en el tiempo al actual teléfono móvil:
cada vez que viene a verme
se le para el minutero.
Lo he dicho y lo voy "hacé",
un teléfono sin hilo
"pa sabé" de tu "queré".
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